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¿Para eso me gasto yo el dinero? ¿Para qué estés ahí dándote aire como una señorita? ¡Ten vergüenza torera, ladrón! Sal a los medios y lúcete. ¡Ay, si yo tuviese tus años y no estuviese tan pesao!... Cuando el muchacho quedaba ante el novillo empuñando muleta y estoque, con la cara pálida y las piernas temblorosas, el padre iba siguiéndole en sus evoluciones por detrás de la barrera.

Sale una muger armada, con un escudo en el brazo izquierdo, y una lancilla en la mano, que significa la GUERRA, trae consigo á la ENFERMEDAD, arrimada á una muleta, y rodeada de paños la cabeza, con una mascara amarilla, y la HAMBRE saldrá vestida con una ropa de bocací amarillo, y una mascara amarilla ó descolorida: pueden estas figuras hacellas hombres, pues llevan mascaras.

El toro, cada vez más furioso por el engaño, acometía al lidiador, y éste repetía los pases de muleta, moviéndose en un limitado espacio de terreno, enardecido por la proximidad del peligro y las exclamaciones admirativas de la muchedumbre, que parecían embriagarle. Gallardo sentía junto a él los bufidos de la fiera; llegaban a su diestra y a su rostro los hálitos húmedos de su baba.

Se colocó frente al animal, que parecía aguardarle con las patas inmóviles, como si desease acabar cuanto antes su largo martirio. No quiso pasarle otra vez de muleta. Se perfiló con el trapo rojo junto al suelo y la espada horizontal a la altura de sus ojos... ¡A meter el brazo! El público púsose de pie con rápido impulso.

Miguel se detuvo frente a un par de banderillas simétricamente colocadas debajo de la espada y la muleta. La última vez que he estado aquí no tenías estas banderillas. Me las ha regalado, no hace más que ocho días, Marmita... ya sabes... Marmita dijo, volviendo el rostro que rebosaba de orgullo y satisfacción. , ... ya ... Marmita... cualquier bruto, vamos...

Más peligroso que aquellos alegres campesinos demostró ser un macilento pordiosero que le salió al encuentro poco después, supliendo con una muleta la pierna que le faltaba.

Era un hombre cubierto de andrajos, y que andaba con un pie y una muleta; la otra pierna era un miembro repugnante, el muslo hinchado y cubierto de costras, el pie colgando, seco, informe y sanguinolento. Mostraba aquello para excitar la compasión. Era la pierna para él su modo de vivir, su finca, su oficio, lo que para los mendigos músicos es la guitarra o el violín.