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14 Y volvieron entonces los de Benjamín; y les dieron por mujeres las que habían guardado vivas de las mujeres de Jabes-galaad; mas no les bastaron éstas. 15 Y el pueblo tuvo dolor a causa de Benjamín, de que el SE

Por eso le busco a usted, que es quien ha de convencerla. Yo no me atrevo..., las mujeres... En fin, usted, antes que tío es usted hombre de talento y comprenderá mi situación. Yo me permití galantearla, cortejarla, cuatro bromas: ¡como es tan guapa! No me hizo caso; total, nada, una niñería..., y es posible que ella tenga reparo de tratar conmigo.

De cuando en cuando sonaba el órgano, y su voz armoniosa se levantaba hasta la alta bóveda. Yo miraba por todas partes, a pesar de que el viejo Irizar me exhortaba a que estuviera con más devoción. ¡Qué fervor el de aquellas mujeres! Arrodilladas sobre sus paños negros rezaban con toda su alma. Eran algunas viudas de capitanes y de pilotos, y, al recordar el hombre perdido en el mar, sollozaban.

El pobre moceton, apesar de sus 30 años y su sangre azul, no podia soportar que nombrasen siquiera á las mujeres, y para atormentarle, un Genoves marino que le acompañaba le espetaba á cada diez minutos una historieta de italiano y soldado, que hacia espeluznar al inocente mancebo.

Basta ya, que se me van regolviendo los sentidos garrofales dijo Lombrijón . Señores, empiecen a cantar el <i>requieternam</i> por ese probesito Vejarruco. Alentaíto está el viejo. Pues allá va la lezna. Lombrijón se llevó la mano al cinturón en ademán de sacar la navaja, y todos los presentes, principalmente las mujeres, empezaron a gritar. Señores, no temblar indicó Vejarruco.

Lo que es la hija, hasta entonces no había mostrado desearle, ni menos buscarle para amante ni para marido. El había hecho todos los avances. Culpa suya era todo aquel furor suscitado contra las dos mujeres, del cual no le cabía la menor duda de que doña Inés era promovedora.

9 Y llevaron cautivas los hijos de Israel las mujeres de los madianitas, y sus chiquitos y todas sus bestias, y todos sus ganados; y arrebataron toda su hacienda. 10 Y todas sus ciudades por sus habitaciones, y todos sus palacios quemaron a fuego. 11 Y tomaron todo el despojo, y toda la presa, así de hombres como de bestias.

No puede amar sino a uno solo, y amarle siempre... Los hombres, descartando el mío, me hastían; les aborrezco. Uno solo me ha conquistado, y de ese soy. Venga lo que viniere, a mi amor me atengo. No cómo hay mujeres que adoran hoy a este y mañana al otro. Los demás te juzgarán mal quizás. Yo, que te conozco, que eres un ángel de bondad.

Margarita, Federica Brion, Carlota, Lilí, Olimpia, eran mujeres muy bonitas, pero absolutamente incapaces de molestar con su charla desde las plateas del teatro Real a los abonados de las butacas, los cuales, si no oyen la ópera en paz, en cambio tienen el honor de ser molestados por alguna dama ilustre, descendiente de los guerreros de la reconquista.

La lucbanense no prescinde por nada ni por nadie del rango social que ocupa, pues es de advertir que en dicho pueblo las mujeres están divididas en tres clases: La primera, ó sea la taga-bayan, la constituye la sangre azul, ó como si dijéramos la aristocracia. A las taga-bayan las veréis siempre en carácter.