United States or Sudan ? Vote for the TOP Country of the Week !


El español es bravo y patriota, y lo sacrifica todo, en favorables momentos, al bien de la Patria: tiene el arrojo y la decisión de su toro; el filipino no ama menos la suya, y aunque es más tranquilo, pacífico y difícilmente se le excita, una vez que se lanza, no se detiene, y para él toda lucha significa la muerte de uno de dos combatientes; conserva toda la mansedumbre y toda la tenacidad y la furia de su karabaw.

Por fin, algunas tardes, desafiando las miradas hostiles, fue con su niño al cementerio. Al principio le tenía cierto miedo a Teulaí, el terrible cuñado, para el cual matar era ocupación de hombres, y que, indignado por la muerte del hermano, hablaba en la taberna de hacer pedazos a la mujer y a la bruja de la suegra. Pero hacía un mes que había desaparecido.

Los convertidos verdaderamente á la fe, decian que deberian ellos ser admitidos en tales dignidades, puesto que sus ascendientes contradijeron la muerte de Jesucristo, fundando su parecer en aquella carta atribuida á la sinagoga de Toledo.

Se dice que estudiais secretos que no estan permitidos a la curiosidad del hombre, y que os habeis puesto en comunicacion con los habitantes de las oscuras moradas, y con la multitud de espiritus malignos que se hallan errantes en el valle al que da sombra el arbol de la muerte.

Los médicos habían amenazado al P. Enrique hasta con la muerte si volvía a Filipinas antes de hallarse completamente repuesto. La permanencia, pues, del P. Enrique en Villafría, había de ser de dos o tres años.

En este rectángulo, mucho más bajo que el centro del cementerio, no vieron árboles ni platabandas. El suelo estaba totalmente ocupado por la muerte; las tumbas se apretaban entre las galerías del claustro. Embellecía el abandono este rincón con desolada poesía.

Tomadla, conde, tomadla matadme con ella vos, que aquesta muerte buen conde, bien os la merezco yo. Apenas hubo acabado de cantar, Stein, que tenía un excelente oído, tomó la flauta y repitió nota por nota la canción de Marisalada.

Con la cabeza descubierta, el rostro pálido, la mirada ardiente, la acción enérgica, permanecía en su puesto dirigiendo aquella acción desesperada que no podía ganarse ya. Tan horroroso desastre había de verificarse con orden, y el comandante era la autoridad que reglamentaba el heroísmo. Su voz dirigía a la tripulación en aquella contienda del honor y la muerte.

En el acto que me despedí de ella, me encaminé a Bedford Row, donde tuve otra consulta con Leighton, al cual le expliqué mis serios temores. Como ya le dije, señor Greenwood exclamó el abogado cuando hube terminado, recostándose en su silla y mirándome gravemente a través de sus anteojos, creo que mi cliente no ha fallecido de muerte natural.

La marquesa de Villasis tardaba; eran ya las tres y media y el respetable Butrón sentía angustias de muerte, temiendo verse por segunda vez chasqueado por la dama.