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Un día que llevaba a remendar un par de zapatos, vio a la mujer del zapatero sentada junto al fuego, presa de los síntomas terribles de una enfermedad al corazón y de la hidropesía, síntomas que Silas había observado en su propia madre, y que habían sido los anunciadores de su muerte. Aquella vista y aquel recuerdo le inspiraron un arranque de piedad.

Lloró la artista oculta en su hotel más de una semana, con gran enfado de Salvatti, que no gustaba de la desesperación dolorosa porque agostaba la hermosura. ¡Sola!... Con su locura había causado la muerte de su padre; ya sólo le quedaba en el mundo aquella buena tía que vegetaba lejos como una planta sin más vida que la devoción. Miró a Salvatti con odio.

La Idolatría y Belfegor son vencidos otra vez de este modo, y excogitan nuevos medios para corromper á los israelitas, llenando el desierto de serpientes de fuego, cuyas mordeduras causan enfermedades y hasta la muerte. Los hebreos, y entre ellos las pasiones, acorren unos tras otros, heridos y llenos de sangre, y piden á Dios misericordia.

A veces seguía á campo traviesa, de un grupo de cruces á otro, aplastando con la huella de sus neumáticos los surcos abiertos por la labranza. Tumbas... tumbas por todos lados. Las blancas langostas de la muerte cubrían el paisaje. No quedaba un rincón libre de este aleteo glorioso y fúnebre.

Y nadie más hablaba, porque Anselmo apenas sabía hablar, Servanda iba y venía como una estatua de movimiento... y los demás vetustenses no entraban en el caserón de los Ozores después de la muerte de don Víctor. No entraban. Vetusta la noble estaba escandalizada, horrorizada.

Muerte del P. Lucas Caballero á manos de los indios Puyzocas. Muerte del P. Pedro Romero y Hermano Mateo Fernández á mano de los indios Chiriguanás I 190 Muerte de los PP. Nicolás Hernat, Diego Ferrer y Justo Mansilla. Muerte del P. Fideli I 111 Muerte del hermano Enrique Adamo I 208 Muerte del P. Bartolomé Ximénez en el puerto de Buenos Aires en 1717 I 183

Esta órden, incluida por Antonio de Leon Pinelo en los extractos, copias y apuntes que hizo de los libros de registro de dicho Consejo, siendo su relator, en un tomo voluminoso, que se conserva en la Biblioteca de nuestra Academia de la Historia, es otra explicacion, por lo ménos interina, del dudoso orígen del MS. del Escorial; pero da segura noticia del paradero, hasta hoy desconocido, de las obras del gran cronista del Perú, tres años despues de su muerte, en poder de una persona que acaso fué su amigo y escogiera por testamentario, fiando en su honradez y bondad públicas y notorias en Sevilla.

Puesto que más allá de la muerte no hay nada y no hemos de vernos, prolonga tu vida, déjate cuidar. Ahora que nos conocemos y que soy dichosa, ¡sería tan triste perderte...! Gabriel la tranquilizaba. Aquella vida no podía durar más allá del verano. Después le darían algo mejor. No debía entristecerse; por tan poca cosa no se muere.

¿Quién es esta individua? dijo señalando el título del artículo. Su compañero tuvo que hacer memoria. ¡Ocurrían tantas cosas con motivo de la guerra! Es una boche, una espía, sentenciada á muerte... Parece que trabajó mucho aquí y en otros puertos dando aviso á los submarinos alemanes de la salida de nuestros transportes... La prendieron en París hace dos meses, cuando regresaba de Brest.

El de La Alejandra es, en pocas palabras, el siguiente: el general Acoreo ha dado muerte al rey Ptolomeo de Egipto, y usurpado su trono; mata también á su esposa, y se casa con la princesa Alejandra, bella, pero frívola. Sus diversos amantes fenecen uno tras otro á manos del usurpador, y ella se ve obligada á lavarse en la sangre de uno y tomar después veneno.