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Había de entender que los queran de opinión que se fuesen de por las naves, no tenían gana de pelear ni hacer lo que debían; solamente lo hacían por ir escapulos para huir, y ya que se determinaran á ir sin ellas, si quisieran, pelear con las 45 ó 46 galeras que tenían, y cuatro galeotas tan buenas, que pasaban por galeras, sin muchas fragatas y bergantines.

Se sacaron a relucir muchas obras de misericordia que en efecto había hecho. Se bordó la sencilla historia de su muerte con mil pormenores que tocaban en lo maravilloso.

El idioma de los Canichanas, que no contiene una sola palabra semejante á las de los otros idiomas de la provincia, es musical, muy acentuado, y duro á la audicion algunas veces por los sonidos guturales que resultan de ciertos vocablos compuestos de muchas consonantes juntas, como jl, tz, ts.

Para legislar hay que conocer las localidades, y muchas veces hemos repetido, que el que crea conocer á Filipinas conociendo solo á Manila, está en un grandísimo error.

La ciudad conserva muchas interesantes reliquias y rasgos característicos de los colonizadores hispanoamericanos y tiene un encanto tal que puede rivalizar con muchas de las capitales del Viejo y del Nuevo Mundo. Su clima es muy saludable; y, a pesar de hallarse prácticamente en la línea ecuatorial, los días y las noches son agradables durante todo el año.

Procuraba disimular el acento desagradable de la provincia y hablaba con afectación insoportable. Había servido en muchas casas principales. Era buena para todo, y se aburría en casa de Quintanar, donde no había aventuras ni propias ni ajenas. Amos y criados parecían de estuco.

Juana era una querida encantadora, mucho más mujer que la altiva italiana. Me confesó que me amaba hacía mucho tiempo y que muchas veces había tenido impulsos de decírmelo.

Salióse, al cabo, del círculo, llorando de coraje, y continuóse todavía un buen rato interpelando al pastor y exponiéndole quejas, muchas de ellas tan impertinentes como las de la desairada mujer; pero como estaban en su derecho los señores hombres al exponerlas, se atendían y ventilaban con el más acalorado empeño.

26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; mas el que me envió, es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo en el mundo. 27 Pero no entendieron que él les hablaba del Padre. 28 Les dijo pues, Jesús: Cuando levantareis al Hijo del hombre, entonces entenderéis que YO SOY, y que nada hago de mismo; mas como mi Padre me enseñó, esto hablo.

Seguían muchas páginas referentes a un período de indecisión, reflexiones escritas sin la sospecha siquiera de que otros ojos que los suyos pudieran leerlas nunca; el alma de Laura asomaba por ellas con toda su gracia interior, como una vestal que descubriera sus hechizos a la luna. Adriana las leía con encanto, sus ojos y sus labios sonreían. Pero pronto le volvió la inquietud.