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Su traje era cual se ha pintado, sólo que, llegando cerca, vio don Quijote que un coleto hecho pedazos que sobre traía era de ámbar; por donde acabó de entender que persona que tales hábitos traía no debía de ser de ínfima calidad. En llegando el mancebo a ellos, les saludó con una voz desentonada y bronca, pero con mucha cortesía.

Pero Vd. ¿no es Engracia... la...? ¡Atrévase Vd!... la querida de Millán. ¿Era eso lo que quería Vd. decir? Pues a mucha honra, que me está sirviendo de padre a mi chico. ¿Luego ese niño?... No es de Millán, sino mío y de mi difunto, que por allá nos aguarde muchos años. ¡Andá, si no fuera por Millán, ya habíamos reventao yo y el chico, como la Real Trinidad!

Este inesperado retraso hizo que dichos militares llegaran á San Luis con mucha demora, por lo que el tren que á las 3 de la tarde sale para Guantánamo ya había partido, lo que obligaría al coronel Machado y sus acompañantes á permanecer en San Luis hasta el día siguiente.

Siendo médico aquí, había que estar bien con ellas, so pena de perecer y no tener una visita. Yo iba con mucha frecuencia a casa de tu abuela, que por entonces se había quedado viuda. Tu abuela tenía en casa una muchacha, que era ahijada suya, y a quien llamábamos la Shele. Yo bromeaba mucho con ella cuando iba a a tomar café a Aguirreche. ¿Qué hay, Shele? la decía. Nada, señor médico.

Un hombre que sirvió al Rey doce años; que durante cuarenta y cinco había picado miles de miles de toneladas de piedra en esas carreteras de Dios, y que siempre fue bien mirado y puntoso, nada tenía que hacer ya, más que encomendarse al sepulturero para que le pusiera mucha tierra, mucha tierra encima, y apisonara bien.

Ya que estaba en el patio, llamóme el huésped, y díjome: «señor indiano, ¿quiere ir á ver una comedia de unos faranduleros, que han venido poco , porque es muy buenaDíjele que , y yo con mucha priesa salgo á buscar la ropa con que habíamos de hacer la farsa, porque el huésped no la viera, y aunque me mucha diligencia, ya no pude hallarla.

Bien dice el Ecclesiastes: «Cada cosa tiene su tiempo y sazón, y es mucha la aflicción del hombre». Capítulo XXII El delirio

Un polígono que rueda con velocidad, nos parece una circunferencia: los astros se nos ofrecen como pequeñas moles: y considerando diferentes clases de objetos, podríamos notar que segun son las circunstancias, hay mucha variedad de apariencias. La naturaleza de un ser, no está en lo que parece, sino en lo que es.

El pueblo, que está bebiendo ó bailando, le saluda y da la bienvenida con gritos descompasados y mucha algazara, diciendo: ¿Tata equice? Padre, ¿ya has venido? á que responde él con el título de Panitoques, esto es: «¿Hijos qué hacéis? ¿Estáis bebiendo ó comiendo?

Lo que cuesta en el despacho: el amo ha pedido tres a un concejal y me ha cedido una. ¡Todos los pillos tienen suerte! Mucha risa; mucha algazara. La conversación rueda después acerca de las probabilidades que Frascuelo tiene de echar la pata a Lagartijo: los toros eran de Veraguas, se podían lidiar con franqueza; sin riesgo; y el matador «se las tiraría de plancheta» como acostumbraba, sin...