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Respondieron á los Embaxadores, que ellos admitian el partido, y con esto el negocio quedó concluido, y luego por parte del Príncipe se les entregó el dinero, y vituallas, y ellos con mucha puntualidad partieron el dia que ofrecieron de salir.

En todas estas procesiones asisten los indios con pequeñas cruces en las manos, y las indias con cruces o bustos pequeños de cualquiera santo o vocación; algunas llevan entre sus brazos dos o tres de ellos, pero todos asisten con mucha modestia y veneración.

Los cumplo el domingo; hasta entonces ya me hará usted crédito. Todos se rieron, y aquellas señoras se levantaron para despedirse. ¿Decididamente no quiere usted ser de los nuestros? preguntó la castellana con mucha amabilidad a Liette. Imposible, señora; pero agradezco a usted mucho su amable invitación.

El que hacía el personaje de Judas, enojado con el apóstol, viendo que no guardaba la propiedad que debía, con mucha cólera le dijo: O sois San Juan ó no sois San Juan: si sois San Juan, dormid y no comáis; y si no lo sois, comed, y vaya otro á servir por vos

En cuanto á sus creencias religiosas, se asegura que no tributaban adoraciones á ninguna divinidad bienhechora; que temian , y muchísimo, á un espíritu maligno llamado Chukiva: creian, por lo demas, en la existencia de otra vida. Cuando alguna persona caia enferma, se ponia inmediatamente en camino para ir á buscar asistencia en la casa donde habia nacido, por mucha que fuese la distancia.

»Se las ha tratado como a esas mujeres ligeras en cuya sociedad uno se divierte mucho, pero que no se les estima; se les ha visto cientos de veces y se habla de ellas con desdén. Tales son: La bella Elena, Barba Azul, Los brigantes, La gran Duquesa, La vida parisiense, El castillo de Toto. Hay en estas parodias entretenidísimas de la vida ordinaria, mucha imaginación, alegría y buen sentido.

Tambien tiene esta ciudad, por la parte del sur hasta el oriente, dilatadas campañas, donde tienen los vecinos y habitadores sus estancias de ganados mayores y menores, que son muchísimos; y heredades para su recreo, con mucha abundancia de todo género de granos y hortaliza: adornadas dichas heredades, con sus alamedas de diferentes árboles frutales, que cada una de ellas es un paraiso.

, ; me hago cargo... La pobrecita está bien desfigurada. El otro día la he visto con su madre en la calle del Carmen. No ha sido precisamente eso lo que me ha detenido. Tiene mucha razón; la hermosura es cosa pasajera... Pero no le convenía por la posición. Usted merece una chica rica... Tampoco es eso se apresuró a decir Llot.

, señora, mucha... Pero aquello también es bonito. ¿Lo encuentra usted así? ¡Ay, pobrecito, cómo quiere a su patria! Y volvió los ojos hacia D. Oscar, para hacerle participe de la compasión que sentía, no si por o por Galicia, o por ambos a la vez. Doña Tula, en su acento, era una andaluza más cerrada, si cabe, que Gloria.

Este otro compañero mío, continuó al notar que el barón miraba á Roger, ha sido hasta ahora amanuense en la abadía de Belmonte, donde deja el mejor recuerdo, como lo atestiguan las letras del abad que consigo lleva. Y es también doncel de mucha ciencia, aunque de pocos años. Su nombre, Roger de Clinton y es hermano del arrendatario de Munster.