United States or Saint Martin ? Vote for the TOP Country of the Week !


Ojeda se vio asaltado por unos hombres cobrizos y pequeños, de cara ancha y corta, mostachos de brocha, ojos ardientes con manchas de tabaco en las córneas. Tenían el aspecto de perros de presa chatos y bigotudos; pero buenos perros, humildes, que agarrados a él ladraban con suavidad: «Señor, compra la mía colcha bonita para la tuya madama». «Señor, una echarpa: todo barato

Atusándose gallardamente los mostachos, hizo hablar a Jacinto como adivinando sus deseos... Y poco a poco fue sabiendo todo lo que podía saber, aunque se lo explicaba a su modo... Por curiosidad revisó algunos números atrasados de El Correo de las Niñas y La Mañana, que traía su visitante en el bolsillo.

Si las vergas de las redondas llevaban guardamancebos ó marchapiés y estribos. Cómo se pasaban las brazas, y si las vergas llevaban brazalotes. Si el bauprés ó botalón llevaba trincas, mostachos y vientos. Respuesta dada por los Sres. Fernández Duro y Monleón.

Todo el distrito miraba como una bandera sagrada aquel corpachón bronceado, musculoso, que arbolaba en su parte superior unos enormes mostachos en los cuales comenzaban a brillar muchas canas. Don Ramón: debía usted quitarse esos bigotes le decían los curas amigos con acento de cariñoso reproche. Parece usted el propio Víctor Manuel, el carcelero del Papa.

Estaban revestidos de un esmalte un poco amarillento, pero tan sólido que de él se hubieran podido construir piedras de molino. El blanco de sus ojos era también algo amarillento; no obstante, no se podía negar que tenía unos ojos muy hermosos. En cuanto a su boca, no dejaba nada que desear, y debajo de sus mostachos se advertían unos labios rosados como los de un niño.

¡Ah, grandísimo tentador!... ¡Galeoto con mostachos de algas!... ¡Celestina de arrugas verdes!

Erguido como siempre, grave, imponente, hablando apenas; pero adelgazaba, se hundían los fieros ojos, sólo quedaba de él el macizo esqueleto, marcábanse en aquel cuello, que antes parecía la cerviz de un toro, los tendones y arterias entre la piel colgante y flácida, y los arrogantes mostachos, cada vez más blancos, caían con desmayo como una bandera rota.

El portugués se llamaba o siñor Vasco de Meneses, caballero de la cartilla, digo de Christus. Traía su capa de luto, botas, cuello pequeño y mostachos grandes. Ardía por doña Berenguela de Robledo, que así se llamaba. Enamorábala sentándose a conversación y suspirando más que beata en sermón de Cuaresma.

Muy parecida á esta última pieza es la titulada Hombre pobre todo es traza, comedia que V. Schmidt caracteriza con mucha exactitud, recordando El lazarillo de Tormes y El Guzmán de Alfarache, porque el protagonista, en efecto, se asemeja mucho á aquellos caballeros de industria, de espada y de retorcidos mostachos, descritos en esas novelas picarescas; aunque no estará de más añadir que nunca Calderón se deja caer en los lodazales que son, á veces, tan del gusto de Mendoza y de Alemán, y que ennoblece á un tiempo las costumbres y los tiempos.

Pero acordábase Montiño del semblante de bandido del sargento mayor, de su mirada sesgada, de sus largos mostachos y de su inconmensurable tizona, se desplomaba y renunciaba á su resolución. Y era el caso que tampoco se atrevía á levantarse y á salir, por temor de ser visto por don Juan de Guzmán.