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A nuestro humilde juicio y conformes con el de personas competentes que han estudiado el terreno, ocupaba la antigua población principalmente una gran parte del sitio en que hoy se extiende el Barrio de las Cuevas, barrio que viene a terminar por casi detrás de la actual Casa provincial de Beneficencia, y designado con aquel nombre por las muchas cuevas que hay, y por los restos de otras que en su tiempo serían tal vez ocupadas por los moros.

Estos Turcos, dixe á mis compañeros, son unos paganos que no han recibido el santo bautismo, y sin duda han de ser mas crueles que los santos inquisidores; callémonos pues, miéntras vivamos entre Moros.

Además, es ese un teclado en que no se ve más que el exterior: nunca se sabe quién le toca: detrás del retablo y de esas figuritas de pasta de Gaiferos y los moros, debajo del parche de maese Pedro está Ginesillo de Pasamonte que los mueve: ¡ay! no tome usted la defensa de la infeliz Melisendra, no desbarate las figuras, que si la mona se escapa al tejado, si rompe la ilusión, si destroza las muñecas, las pagará caras.

De la época en que se construyó la ALJAFERIA: por quite, y destino que le dieron los moros. Es un hecho constante que no se puede poner en duda, que el alcázar de la ALJAFERIA fue construido por los moros, los cuales ocuparon á Zaragoza el año 714, segun nuestras crónicas, que no me parece que van desacertadas en este punto.

Quien da algunas noticias, pero muy vagas y generales, es el P. F. Diego Murillo que escribió sobre las excelencias de Zaragoza, y asistió como religioso de S. Francisco al entierro del Justicia de Aragon D. Juan de Lanuza, decapitado en 20 de diciembre de 1591, pues al hablar de la ALJAFERÍA dice tan solo «que es palacio real, alcázar y casa de placer, que fué de los reyes moros, fundada por el Rey Abenalfage, que fué el 4.º de los que reinaron en Zaragoza, cerca de los años del señor 864.

Una mañana, después de haber tenido Román una de esas cotidianas zambras de moros y cristianos, gutibambas y muziferreras, se dijo: Pues, señor, esto no puede durar más tiempo, que penas más negras que las que paso con mi costilla no me ha de deparar su Divina Majestad en el otro mundo. Bien dijo el que dijo que si el mar se casase había de perder su braveza, y embobalicarse.

Los unos en la collación de San Ildefonso, junto á su iglesia, y los otros en la collación de San Juan de la Palma, que han permanecido en esta ciudad desde el tiempo de los moros... No pueden entrar los hombres en estos baños entre día por ser tiempo diputado solamente para las mujeres, ni por consiguiente mujer ninguna siendo de noche, que los hombres la tienen toda por suya con la misma franqueza que las mujeres tienen el día por suyo...»

La llegada de este caudillo coincidió con las excursiones piráticas más devastadoras hasta entonces realizadas por los moros en las provincias cristianas.

Sentadas estas opiniones, diremos que, a nuestro humilde juicio, pudieron muy bien los moros construir gran parte de los cimientos de la nueva ciudad y alguno que otro edificio y destruir a su huida lo poco o mucho que pudieran, aprovechando después los caballeros del Rey D. Alonso aquellas ruinas para elevar y fortificar las murallas, y levantar nuevos edificios. Capítulo III.

Estas represalias eran entonces admitidas como justas, y no se consideraba en ellas mas que el desagravio de la religion ofendida. Pero conviene no olvidar que los enemigos del nombre de Cristo, así moros como judíos, daban con su conducta en Córdoba harto motivo para ser tratados con dureza. Con los judíos habia menos rigor, y sin embargo, ¿qué desmanes no cometian unos y otros?