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El tamaño ordinario de estos reptiles es de cinco varas; pero en general son proporcionados á la estension y anchura de los rios en donde moran. Jamas se encuentran grandes caimanes en los riachuelos, ni pequeños en los grandes rios.

4 Y adoraron al dragón que había dado la potestad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién es semejante a la bestia, y quién podrá lidiar con él? 5 Y le fue dada boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y le fue dada potencia de obrar cuarenta y dos meses. 6 Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su Nombre, y su Tabernáculo, y los que moran en el cielo.

7 Y le fue dado hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También le fue dada potencia sobre toda tribu y pueblo y lengua y gente. 8 Y todos los que moran en la tierra le adoraron, cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero, el cual fue muerto desde el principio del mundo. 9 Si alguno tiene oído, oiga.

10 Y clamaban a alta voz diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, Santo y Verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra? 11 Y les fueron dadas sendas ropas blancas, y les fue dicho que aun reposasen todavía un poco de tiempo, hasta que sus compañeros consiervos, sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos fuesen cumplidos.

No siendo tampoco necesario para las sencillas gentes campesinas que allí moran ninguno de los requisitos que sirven en los edificios labrados para ser cómodamente habitados, el Castillo del Último Moro permanece en el mismo ser y estado marcial, escueto y fuerte que tuvo, y es digna tumba del que lo defendió hasta su muerte.

Sin duda la misteriosa entidad gnómica, que entretenía su soledad subterránea cantando tristes amores, se había asustado de la brusca interrupción del hombre, huyendo a las más hondas entrañas de la tierra, donde moran, avaras de sus propios fulgores, las piedras preciosas.

Charles de Vera. Mos de Indón. Mos de Lampujada. Álvaro de Lara. Julio Malvesín. Gaspar Peralta. Juan Antonio Spínola. Jerónimo de Montesoro. Constantino Sacano. Giuseppe Tremarchi. Juan Andrea Fantone. Pedro de Vida. Pedro de Juan. Lucas Calabres. Pedro de Almaguer. Juan de Zayas. Perucho Morán. Juan de Zayas. Juan de Castilla. Luis de Aguilar. Diego de Santa Cruz. Pedro de Vargas.

Si suponemos pues que no se tiene idea alguna de otra vida distinta de la presente, ni de otro mundo que el que está á nuestra vista, ni de otros vivientes que los que moran con nosotros en la tierra, el hombre fingirá gigantes, fieras monstruosas, y otras extravagancias por este estilo; mas no seres invisibles, no revelaciones de un cielo que no conoce, no dioses que le ilustren y dirijan.

Ciento treinta y cinco que están en este caso señalé de primera intención cuando, leído el sobredicho discurso del señor Nercasseau y Morán, me sentí deseoso de preparar, para la simpática colección de «Clásicos Castellanos», esta humilde edicioncita de El Diablo Cojuelo.

Lo mismo sucede en las bodegas de no pocos barcos filipinos, siendo de notar que tales huéspedes son conceptuados como de buen agüero para los dueños de las casas y barcos donde moran.