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»Item, que se instituya una Hermandad y Peralvillo contra los poetas monteses y jabalíes . »Item, mandamos que las comedias de moros se bauticen dentro de cuarenta días o salgan del reino.

Aparece entonces Julia, y cuenta que Roselo la ha librado de las garras de la muerte, por cuya razón es aprobado por todos el enlace de los dos amantes, que sella la reconciliación de los Monteses y Castelvines.

Abundan también de muchos monos, gallos, tortugas, antas, ciervos, cabras monteses y también de culebras y víboras de extraños venenos, porque hay algunas que luego que muerden se hinchan los cuerpos de los pacientes y destilan sangre por todos sus miembros, ojos, oídos, boca, narices y aun de las uñas; pero el doliente, como echa por tantas partes aquel pestilente humor, no muere.

Sólo te pido que me honres, Y que en paz y amistad quedes Con el que fué mi marido, Y que su muerte no intentes; Que si lo haces, te juro Que los días que vivieres, Con el fuego que me abrasa, Cada noche te atormente. Pero di, ¿quién es el hombre? El que á Octavio dió la muerte, El hijo del que sustenta Tus enemigos Monteses. Roselo, padre, se llama.

6 Y los asnos monteses se ponían en los altos, aspiraban el viento como los dragones; sus ojos se cegaron, porque no había hierba. 7 Si nuestras iniquidades testifican contra nosotros, oh SE

Y después, los mostradores estaban alfombrados con tripes representando todo un jardín zoológico de fieras estampadas, tigres, panteras, gatos monteses y leones rubicundos, reposados majestuosamente sobre paisajes historiados de selvas de lana con que las fábricas de Manchester reemplazaban en nuestras mansiones aristocráticas de entonces la carencia de Aubuisson y de gobelinos.

Parécenos interesante exponer la serie de sus escenas, para compararlo con la célebre tragedia inglesa. Jornada primera. Se oye á lo lejos la música de esta fiesta; Roselo desea vivamente asistir á ella; su amigo intenta disuadirlo de esta locura, porque los Castelvines son implacables enemigos de los Monteses; pero al fin acuerdan enmascararse y entrar así con los invitados.

¡Nada..., no has acertado!... Si trajese diez hombres conmigo, ¡cómo correríais todos, falderillos! Haced lo que queráis, muchachos... ¡A matar ese perro! gritó el teniente en el colmo de la irritación. Los soldados se lanzaron veloces a la montaña y se pusieron a treparla con la agilidad de gatos monteses. La rabia de que estaban poseídos redoblaba sus fuerzas.

18 Los montes altos para las cabras monteses; las peñas, madrigueras para los conejos. 19 Hizo la luna para los tiempos; el sol conoció su occidente. 20 Pones las tinieblas, y es la noche; en ella corren todas las bestias del monte. 21 Los leoncillos braman a la presa, y para buscar de Dios su comida. 22 Sale el sol, se recogen, y se echan en sus cuevas.

Al comenzar el acto vemos una plaza, que hay delante de una iglesia, en la cual se celebra una misa mayor; durante los Oficios se suscita una ardiente contienda entre los Castelvines y los Monteses: los caballeros de ambos partidos salen en tropel de la iglesia para atacarse; Roselo se presenta en medio de todos, é intenta aplacarlos, manifestándoles que, para extinguir el odio que se profesan las dos familias enemigas, conviene que Octavio se case con una dama de los Monteses y él con Julia.