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Los hombres lo empequeñecen todo. Desdichadas las almas que siendo hermanas de lo infinito, tienen que entroncarse a la fuerza con estas miserias del planeta llamadas cantidad, relación, gravedad. Verdaderamente, ¿qué cosa más contraria a lo infinito y a lo ideal que aquellos nefandos papeles? «Esta es del Monte murmuró Isidora con el corazón oprimido . Esta... ¿a ver?.... es la de mi calabrote.

19 Entonces, llegándose los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no lo pudimos echar fuera? 20 Y Jesús les dijo: Por vuestra infidelidad; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá; y se pasará; y nada os será imposible.

Díles algunas cosas: serian de toda chusma poco mas de 100: paramos junto á la misma ranchería. La sonda, de á seis cuartas: anduvimos este dia, por las continuas paradas, 8 leguas; todo es campo en las márgenes de este dia, con algunas cejas de monte.

La tristeza resignada, fatal de la piedra que la gota eterna horada, era la expresión muda del valle y del monte; la naturaleza muerta parecía esperar que el agua disolviera su cuerpo inerte, inútil. La torre de la catedral aparecía a lo lejos, entre la cerrazón, como un mástil sumergido.

Todos los objetos adquieren formas fantásticas: cualquier orificio practicado en la roca se nos antoja un abismo; la convexidad insignificante que aparece en la regularidad de la bóveda adquiere las proporciones de un monte derribado; las concreciones calcáreas entrevistas aquí y allá toman el aspecto de monstruos enormes; un murciélago que vuela, cualquier cosa que se desprende, nos produce un extremecimiento de horror.

El cual tomó a pecho, y a buena cuenta, los agrios callejones que parecían ser las raíces con que estaba el monte adherido al valle; callejones sarpullidos de cantos removidos y descarnados por el constante fluir de los regatos que por allí bajan desde sus cercanos manantiales.

Ninguno manifestó la menor sospecha y sentí que iba recobrando la serenidad y que mi corazón latía menos apresuradamente. Pero Tarlein seguía pálido y noté que le temblaba la mano al dársela al General. El cortejo formó frente a la estación, donde monté a caballo, teniéndome el estribo el anciano General. La ciudad consta de una parte antigua y otra moderna.

No se veía un hocico de conejo entre los serpoles del vivar. Percibíase solamente un estremecimiento misterioso, como si cada hoja, cada brizna de hierba protegiese una vida amenazada. ¡Esa caza de monte tiene tantos escondrijos! Las gazaperas, la montanera, las fajinas, las malezas y además los hoyitos de bosque que durante tanto tiempo conservan el agua llovediza.

Para evitar gran calor, convinimos en hacer el trayecto, que separa Atimonan de Mauban, de noche y por mar, á cuyo efecto se prepararon bancas y barotos, quedando todo listo para embarcarnos á la caída de la tarde. Navegación en baroto. Escasez de luz y abundancia de mosquitos. Los principios y los medios. Horas interminables. Malayo po. El monte Soledad. Vista de Mauban.

Los caminos sólo se adivinaban por la alineación de los árboles. En el monte era difícil avanzar. La naturaleza, enseñoreada durante muchos años de abandono, se defendía ahora con la maraña, con el fustazo, con la espina.