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Feli intervino, conmovida por el gesto de inmensa decepción de la pequeña. Tómela usted, señora... Yo se la regalo. Y pagó, mientras la pobre mujer le daba las gracias, y la niña, con el mutilado monigote sobre el pecho, repetía a instancias de la madre: Gracias, señora... muchas gracias. Isidro, mientras tanto, examinaba las caras de los vendedores.

Rompíanse las picas con un chasquido de madera seca, saltaba el caballo enganchado en los poderosos cuernos, brotaban sangre, excrementos y piltrafas de este choque mortal, y rodaba por la arena el picador como un monigote de piernas amarillas, cubriéndole inmediatamente las capas de los peones.

Era ya un maestro. Cuando apuntaba al monigote dibujado en el muro, lamentábase de que no fuese un hombre, un enemigo odiado al que necesitase exterminar. Esta bala iba al corazón. ¡Pum! Y sonreía satisfecho al ver marcarse el agujero del proyectil en el mismo lugar a que había apuntado.

Si yo estuviese en su caso no me los darías, monigote añadió cogiéndole cariñosamente de la oreja . Ya sabría yo tenerte bien amarradito a mis faldas. Lo creo repuso el joven dirigiéndola una larga mirada que nada tenía de filial . Usted tiene más recursos que Irene. ¿Pues? preguntó ella con otra mirada poco maternal. Porque usted es una mujer más complicada; que necesita más estudio.

El Ejército, por su parte, ha demostrado hasta la saciedad que no tiene superior en el mundo; y si sufridos, heroicos é incansables son los soldados, brillante y digna de encomio es la oficialidad. Pero yo no he venido á Oriente para fungir de monigote y por lo tanto paréceme oportuno echar á un lado el incensario, para entregarme á la inefable tarea de criticar. ¿A quién, á quiénes? ¡Qué yo!

Y la cabeza y los miembros del monigote volaban segados por la hoja de acero. El estudio de las ciencias militares quedaba para los de infantería y artillería, hijos de empleados y de mercaderes.

En su vagar por el templo, deteníase más allá, ante la enorme imagen de San Cristóbal: una pintura al fresco tan mala como imponente; un monigote que ocupaba todo un lienzo del muro, desde el zócalo hasta la cornisa, y que por su tamaño parece el único habitante digno de la catedral.

Y sin comprar el más pequeño monigote prosiguieron su camino para ver la famosa esfinge. Ben Zayb se ofrecía á tratar la cuestion; el americano no podría desairar á un periodista que puede vengarse en un artículo desacreditador. Van ustedes á ver como todo es cuestion de espejos, decía, porque miren ustedes...

No lo enganchó con los pitones, pero el golpe fue horrible, demoledor, y testuz y cuernos, toda la defensa frontal de la fiera, abatió al hombre como una maza de hueso. El toro, que sólo veía al caballo, sintió entre sus patas un obstáculo, y despreciando el cadáver de la bestia, se revolvió para atacar de nuevo al brillante monigote que yacía inmóvil en la arena.

Abrió entre sus manos grasas y carnudas un libro cuyas páginas alumbraba un monigote con un cirio, y eruptó sobre el cadáver en latín bárbaro y gangoso algunos rezos con la pasmosa inconsciencia de un loro.