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Aquí cabe el refrán: más mató la cena que curó Avicena. Rendido Leuro al soporífero influjo, la joven lo ató con fuertes ligaduras a las columnas de su lecho, sacó un puñal, y esperó impasible durante una hora a que empezara a desvanecerse el poder narcótico. A las doce mojó su pañuelo en vinagre, lo pasó por la frente del narcotizado, y entonces principió la horrible tragedia.

Los dragones todos fueron vencidos por el fuerte brazo de tu caballero, a quien perteneces y que te pertenece». Inmediatamente le entró como un acceso congestivo, inclinó la cabeza, cerró los ojos y empezó a roncar desaforadamente. Asustadísima, Isidora le mojó la cabeza, le llamó a voces, a gritos: «¡Padrino, padrino!».

Llegada a la puerta, mojó los dedos en la pila de agua bendita, y como si no pudiera resolverse a un adiós definitivo, volvió a arrodillarse en la nave para rezar de nuevo. Por fin, dejó aquel sombrío santuario, patria de su alma, y cuando la vi marcharse sola con aquella gran pena en su juvenil corazón, tan pequeña, tan débil, no tenía ya gana de reírme de su traje. ¡Pobre niña!

Se volvieron á trabajar las minas, se transitaba ya por las calles y caminos sin cuidado, se despachó á la Plata y Potosí la balija de la correspondencia del público, que estaba detenida en Mojo, y todo volvió á tomar el órden alterado por los sediciosos, y despues de algunas disposiciones gobernativas y de precaucion, se puso Reseguin otra vez en movimiento, el dia 5 de Abril de 1781, para el pueblo de Santiago de Cotagaita, á donde habia hecho adelantar al capitan de infanteria de Savoya, D. Joaquin Salgado, con 50 hombres, para sostener aquel vecindario, y animar á sus milicianos que tuvieron la gloriosa determinacion de mantenerse leales y contrarestar los esfuerzos y persuasiones de los rebeldes, cuya heróica accion se hace acreedora á una perpetua memoria.

Conquistò los Chiquitos, que es frontera Del gran Mojo, Señor de la Laguna: Y entiendo que si mas adentro fuera, A cuestas nos sacára la coluna; Y Hércules segundo Chaves fuera, Y por mas le imitar, el sol y luna A cuestas sustentára, como al cielo El otro, por le dar á Atlas consuelo. Al fin salió al Perú, donde ha hallado Al licenciado Gasca el venturoso.

Cogió su mano y llevándosela á los labios la mojó con sus lágrimas. Después continuó con voz alterada: En fin, preciso es que se lo confíe á usted como á todos mis otros amigos; no soy libre de disponer de mi. He hecho un voto.

Aqueste gran Señor de esta riqueza El gran Mojo se dice, y es sabido Muy cierto su valor y su nobleza: Su ser, y señorío enriquecido De sus vasallos, fuerzas, y destreza, Por nuestro mal habemos conocido: Que pocos tiempos ha que en cortas trechas, Probamos la fiereza de sus flechas.

Sus ojos se fijaron en un alto tubo de cristal que subía desde el suelo con la boca repleta de flores. De un zarpazo esparció sobre la alfombra toda esta primavera arreglada poco antes por unas manos femeniles con la fiebre del que cuenta los minutos y vive esperando. Mojó su pañuelo en el agua de las flores y se arrodilló junto á Freya, levantando su cabeza del cojín.

Hijo de mi alma le contestó doña Lupe poniendo el chocolate sobre la mesa , después hablaremos de eso... Yo te explicaré lo que hay, y te convencerás de que todo es una figuración tuya. Toma primero el chocolate, que estás muy débil... El joven se dejó caer en el sofá, inclinándose hacia la mesa próxima, en que el desayuno estaba, y tomando un bizcocho lo mojó en el líquido espeso.

Un rocío tibio mojó su cuello; unos brazos nerviosos de pasión abarcaron su tronco informe, como si fuesen á mecerle.... ¡Mamá!... ¡Oh, mamá! ¡Hijo mío! ¡hijo mío! Durante su último año en la Universidad de mujeres donde hacía sus estudios, la impetuosa Mina Graven expresó siempre el mismo deseo.