United States or Seychelles ? Vote for the TOP Country of the Week !


Dió vuelta alrededor del castillo, entró en el patio de honor y llegó hasta la mohosa verja, que daba á una gran calle de castaños. Miró con interés y no vió á nadie que pudiera dar la más remota idea de Mauricio disfrazado. Á cien metros de la entrada estaba un viejecito sentado sobre la cerca de madera de un prado y un enorme perro gris se revolcaba en el polvo.

Finalmente, Me robaron a mi prenda amada, Y allí me pareció que alguna fuente Lloró también y murmuró turbada. Llevaba yo, ¡cuán lejos de valiente! Con rota vaina una mohosa espada; Llegué al árbol más alto, y a reveses Y tajos igualé sus blancas mieses.

Dejando este punto en duda, descendí con la mirada y la atención a lo que más me interesaba por el momento: lo que podía verse de la tierra en todas direcciones desde mi observatorio de piedra mohosa con barandilla de hierro oxidado. ¡Bien poco era ello, Dios de misericordia!

Del bolsillo de la blusa salía una moneda mohosa; del sudador de la gorra otra de dos céntimos, y por las ventanas de los rotos zapatos sacábanse alguna pieza de cobre mugrienta y sudada. Era la rebusca furiosa de los céntimos escamoteados antes de salir de casa, a espaldas de sus mujeres, rabiosas de hambre y enemigas de que dos hombres de bien se diviertan en la taberna.

¿Tiene U. valor para entrar? me dijo mi amigo cicerone, mostrándome un agujero practicado al pié del muro exterior de una casa mohosa. ¿Entrar á dónde? le contesté. Pues...al infierno! me repuso con profunda emocion. ; aquí vive una parte de la especie humana, de la Europa civilizada, en el corazon de Lóndres, como el enjambre de gusanos que vive en el centro de una hermosa fruta.

Volviendo a nuestro Polo prosiguió Rafael , no satisfecho con tener un nombre tan adaptado al título de una colección de poesías, se le ocurrió la idea de poner también el de su madre, o el de su abuela, según lo más o menos armonioso de las sílabas, y tuvo la satisfacción de estampar con letras góticas en el frontispicio de su obra: Por A. Polo de Mármol; y quedó tan contento al ver en papel vitela su nombre prosaico prolongado, ennoblecido, sonoro, distinguido y soberbio, a manera de un paladín antiguo que sale de la tumba con su armadura mohosa, que se creyó otro hombre distinto del que era antes; se admiró y se respetó, como aquel oficial portugués que viéndose en el espejo, armado de pies a cabeza, se echó a temblar, teniendo miedo de mismo.

La gente está en el bosque. Dígale usted a la gente que me río de ella respondió Fernanda con gesto furioso que hizo sonreír al muchacho. ¿ no conoces la casa? añadió bajando la voz y dirigiéndose a D. Santos. Pues voy a enseñártela toda. Verás. Subieron la mohosa y estropeada escalera. Fernanda, sin cerrar boca, fue recorriendo todas las habitaciones del caserón y mostrándolas al indiano.

Otra vez, en la montaña, se habían detenido delante de la rajada puerta de una capillita, en cuya cerradura estaba puesta la vieja y mohosa llave; ella trató de abrir con su débil y blanca mano, pero inútilmente, y entonces él dio vuelta a la llave, y en el momento de abrir ante su devota compañera el sagrado lugar, pensaba cuán grande era la secreta fuerza de esa debilidad aparente: la pobre mano se había cansado en vano y parecía tener que renunciar a su intento; pero un musculoso brazo, puesto a su servicio, había vencido por ella el obstáculo.

La bondad del Nacional, su alma simple, pronta a indignarse, sublevábase ante la mohosa ferretería y las cruces verdes. ¡Hombre, y aún hay quien dice!... ¡Por vía e la paloma!... Aquí quisiera yo ve a argunos. Un afán de proselitismo le hacía exhibir sus creencias en todas ocasiones, sin miedo a las burlas de los compañeros. Pero aun en esto mostrábase bondadoso, sin asomos de acometividad.

¡Vaya una grasia mohosa!... Pero, hombre, ¿tienes la desvergüenza de quejarte? ¿De cuándo acá el pie de una andaluza puede hacer daño al de un gallego? Y era verdad. Aunque sus pies diminutos hubieran bailado sobre los míos, creo que no me harían daño. Por otra parte, nadie reparaba en nosotros, y podíamos bailar lo mal que quisiéramos sin llamar la atención.