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Era la nodriza de Amparito, una huérfana de las inmediaciones de Alboraya, madre del cochero, y que había criado en su barraca a la señorita. Nelet era un retoño digno de tal árbol, pues en el rostro pecoso, mofletudo y de tirante piel que mostraba la tía Quica bajo su pañuelo de hierbas notábase la misma brutalidad jocosa y resuelta de su rústico vástago.

Solían oir también á alguno crujir los dientes y murmurar sordamente: «¡Mal rayo te parta, ladrónEn pos de D. Marcelino venía D. Primitivo, varón formidable, de elevada estatura y amplias espaldas, rostro mofletudo y encendido, lleno de herpes, barba escasa y recortada y los ojos siempre encarnizados como los de un chacal. Era procurador del juzgado.

Sin ruido, sin ruido se puede discutir todo dijo don Nepo, que quería hacer hablar al imbécil para ver por dónde desembuchaba y qué leyes le había metido en la cabeza el abogadillo flamante. Sin ruido y sin apasionamiento se atrevió a apuntar el respetable y mofletudo Körner, que se creía en el caso de intervenir en sentido conciliador.

Contemplábalos sonriente el barón cuando cayó sobre su hombro una pesada mano y volviéndose halló el rostro coloradote y mofletudo de Sir Oliver Butrón. ¡Aquí tenéis otro recluta, caballero andante! le dijo el rollizo guerrero. Acabo de saber que seréis el primero en marchar camino del Ebro y con vos me largo aunque no queráis. ¡Bienvenido, Oliver!

Batiste, escudriñando la taberna, se fijó en el dueño, hombrón despechugado, pero con una gorra de orejeras encasquetada en pleno estío sobre su rostro enorme, mofletudo, amoratado. Era el primer parroquiano de su establecimiento: jamás se acostaba satisfecho si no había bebido en sus tres comidas medio cántaro de vino.

Luego, en cada una de sus arribadas, vió Ferragut un hijo nuevo, aunque siempre era el mismo; primeramente, un envoltorio de batistas y blondas sostenido por una nodriza endomingada; luego cuando ya era capitán del trasatlántico , un chicuelo con faldillas, mofletudo, de cabeza redonda cubierta de sedosa pelusa, tendiendo hacia él los bracitos; finalmente, un muchacho que empezaba á ir á la escuela y al ver á su padre agarraba su dura diestra, admirándolo con ojos profundos, como si contemplase en su persona la concreción de todas las fuerzas del universo.

Era un desfile triste, como si acabase de ocurrir uno de esos desastres nacionales que suprimen las diferencias de clases y nivelan a todos los hombres bajo el infortunio general. ¡Qué desgrasia, señó marqué! dijo al de Moraima un rústico mofletudo y rubio llevando el chaquetón sobre un hombro.

Entonces se atrevió a preguntar al chicuelo mugriento, mofletudo y asabañonado que le despachaba. ¿Está el amo? El señor Juaneca ha salido. No, don Quintín. Ese era el de enantes, que vendía pitillos de contrabando y lo quitaron por gandul. ¿Y dónde ha ido a parar? Le dieron otro estanco, y no más. ¡Valientes puercos debían de estar él y toda su casta! ¡Cómo dejaron la casa de telarañas!

El mofletudo general se enfureció no pocas veces durante el curso de las declaraciones, cortando la palabra al fiscal para apostrofar duramente a los conspiradores y amenazarlos con fusilarlos interinamente si no declaraban todos los pormenores y ramificaciones de la conjuración; pero no consiguió gran cosa con sus bravatas.

Pepazos era un Alcides capaz de echarse sobre sus hombros fornidos el mismo peñón de Bejos a poco que se le hurgara el amor propio; coloradote, mofletudo, con las cejas unidas y muy peludas sobre unos ojazos de buey. Ese pulía y remataba «zapitas», que con ser la que menos capaz de dos azumbres de leche, no se veía sobre sus muslos bombeados y entre sus manos grandonas.