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Tiénense hoy por nuevas muchas cosas que no lo son; y entre ellas, juzgan algunos que las aficiones que demuestran no pocos de reunir y coleccionar objetos artisticos, raros ó curiosos, son achaque de la cultura moderna, del refinamiento de nuestras costumbres ó nacidos puramente del capricho ú originalidad con que ciertas gentes pretenden atraerse la atención de los demas, en estos tiempos tan ansiosos de novedades, por estimar que apartándose de lo corriente y vulgar ganan plaza de hombres superiores y extraordinarios.

Este breve compendio escrito de mis excursiones por Europa y América, traduce dos sentimientos, implica un doble deseo: levanto mi débil voz en esta estruendosa Roma moderna, que se llama Paris, para dar á conocer mi querida patria, y me cumplo la deuda que al comenzar mis viajes contraje de recojer mis impresiones y publicarlas.

Yo tengo ganas de decir al «gran público», á ese público que está formado por cientos de miles de lectores diarios, quiénes son y qué representan en la moderna cultura española esos eruditos andaluces cuyos nombres llegaron á él á través de las Academias, de las Corporaciones oficiales, de las referencias volanderas de los periódicos en notas fugaces é inexpresivas.

Los gastos de producción suelen en la guerra moderna ser mucho mayores que lo producido, si producido puede llamarse lo que se toma contra la voluntad de su dueño. De aquí, en primer lugar, que apenas se emprenda ya guerra alguna con el propósito de enriquecerse; y en segundo lugar, que los pueblos enriquecidos sean los que tienen más medio de hacer la guerra y más probabilidad de vencer.

El autor, elevándose á las necesidades de la época y á los adelantos de la ciencia moderna; ha puesto su obra á la altura de los tiempos y al alcance de la juventud. Conduce gradualmente, de lo conocido, á lo desconocido por medio de lo semejante, despertando el interés del joven, y á la ves deleitándolo con el estudio.

Y la definía con arreglo al libro de un Padre famoso de la Compañía. «Cogiendo un catecismo del Padre Ripalda y escribiendo no donde el catecismo dice y donde dice no, se tiene hecha y derecha toda la pretendida ciencia modernaUrquiola se pavoneaba con esta definición que convertía el catecismo en centro de todos los pensamientos humanos, colocando al Padre Ripalda por encima de todos los grandes hombres de la historia.

Hacia el centro de los tableros de roble que cubrían las paredes del vestíbulo había suspendida una cota de malla y sus accesorios, no una reliquia hereditaria, como los retratos, sino de fecha más moderna, fabricada por un hábil armero de Londres el año mismo en que el Gobernador Bellingham vino á la Nueva Inglaterra.

Comenzó a versificar en la revista "Alma Moderna". Por el poeta en que cree y a quien sigue, le nombran "el Villaespesa filipino". Ha publicado: en verso, Electa e Intimas ; y en prosa, Breviario de amor y Sinceridades. A la luz moribunda del recuerdo, sueño en aquel mi amor, mi amor primero, y triste soñador aventurero entre las sombras del pesar me pierdo.

Lo que había empezado como ensueños de esperanzas, degeneró en pesadilla de horrores futuros, sustentados y acrecentados por una gerarquía de profesionales en las cosas del otro mundo, que llegaron a constituirse en un segundo poder público, que enseguida vino a ser el más fuerte de los dos, para empezar a declinar, a su turno, cuando empezó a elaborarse la civilización moderna, que tiende a suprimir la tristeza, el dolor, la pobreza de espíritu, la miseria, el miedo y el castigo por la educación, la instrucción y la dignificación.

La decadencia de los poderes espirituales que gobiernan a los vivos por delegación de los muertos es un hecho paralelo y concomitante con el relevamiento de la inteligencia humana por la civilización moderna.