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Moriría antes seco, la familia no tendría pan; y después de tanta miseria, ¡multa encima!... ¿Y aún dicen si los hombres se pierden?... Movíase furioso en los linderos de su bancal. «¡Ah, Pimentó! ¡Grandísimo granuja!... ¡Si no hubiera Guardia civil

Antes morir los dos de miseria, que ver a la adorada, a la dulce Feli, degradándose de nuevo con las fatigas de la obrera. Ella era una señorita: la mujer de un escritor. La muchacha acogió estas protestas encogiendo los hombros.

¡Lleven y compren! mugía otro . ¡Aire!... ¡Marchen, marchen! Entre la miseria sórdida y gris acumulada en los puestos de las aceras brillaba de pronto un fulgor, deslumbrando a los curiosos.

El triste lamentar que allí hicieron, Dés que en tanta miseria nos hallaron, Aquel dolor y pena que sintieron, Las l

En este tiempo andaba con presteza Juntando Juan Ortiz mucha comida: El Sargento mayor sin pereza De los indios buscando la manida; Y tanto calor pone, y tal destreza, Que la miseria en breve fenecida, Que el indio tiene, deja y los buhíos Barridos de alto á bajo, y muy vacios.

Todos tuvieron su parte, los pobres que confesaban su miseria y los que la ocultaban, yendo cada limosna acompañada del mismo pequeño discurso. Esto proviene de los nuevos dueños de Longueval: dos americanas, madama Scott y miss Percival. Retened bien sus nombres y rogad por ellas esta noche.

No pudiendo vivir juntos por su estado de pobreza, resolvieron separarse y que cada cual se juera a procurarse un refugio que aliviara su miseria. Y antes de desparramarse para empezar vida nueva, en aquella soledá Martín Fierro, con prudencia, a sus hijos y al de Cruz les habló de esta manera: XXXII

Porque si el Gobierno lo hace mal y sobreviene la ruina, lo probable es que el Capitalista salve gran parte de su fortuna y siga gozando de ella, o en la propia patria semiarruinada, o en país extraño, donde acaso tenga fondos o bienes, mientras que el jornalero se morirá de hambre si se hunde la industria que le daba trabajo y jornal; y mientras más castizo sea él, y mientras más propio y peculiar de su patria sea el oficio que ejerza, mayor será su miseria y su desesperanza, pues no es llano ni cómodo emigrar a tierra extraña, sobre todo con familia, en busca de trabajo y sustento.

La misma quinta estaba hipotecada y su valor no podía sacar a nadie de apuros. En manos del filósofo no había hecho más que ir perdiendo. «Es decir, que estoy casi en la miseria». Sus derechos de orfandad, que le dijeron que serían una ayuda irrisoria, poco más que nada, tardaría en cobrarlos; no tenía quien le explicase cómo y dónde se pedían.

El lujo de las naciones es tan culpable como el de los individuos, cuando contrasta con algun testimonio de ignorancia ó miseria.