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Bien mirado, no cayó sobre España aquel inmenso diluvio de moros de que nos habla Fray Luis de León en la Profecía del Tajo.

Haría lo que había resuelto. Y tranquila, segura de misma, volvió su pensamiento a la Madre Dolorosa, y se arrojó a las olas de la música triste con un arranque de suicida.... , quería matar dentro de ella la duda, la pena, la frialdad, la influencia del mundo necio, circunspecto, mirado... quería volver al fuego de la pasión, que era su ambiente.

La casa de Febrer era grande, como esos buques que al encallar y perderse para siempre hacen la riqueza de la costa adonde van a morir. Sus restos y despojos, que hubieran mirado con desprecio los antiguos, representaban aún una fortuna. Jaime no quiso pensar, no quiso saber.

Provisto de ella, y después de haber convenido con Gloria la hora y las circunstancias de la visita, me personé en su casa a eso de las once de la mañana, preguntando por D. Oscar. La criada que salió a abrirme me condujo, al través del patio que yo había mirado tantas veces desde fuera, a la sala de recibo, desde donde Gloria me hablaba.

Según él, esto último era lo más conveniente; pues, bien mirado, el Gobierno no era mejor que otros muy malos, pero tampoco era peor; y, al cabo, para hacer algo por el país, mejor se estaba al calorcillo ministerial, que en el infierno de la oposición o en el limbo de los independientes.

Que haga de lo que quiera prosiguió cuando se hubo calmado... Que me haga su criada... Después de todo, ya lo soy... Pero refregarme los ojos con otras mujeres... eso no debía hacerlo, ¿no te parece?... Porque yo no le he dado motivo hasta ahora para tratarme así, bien lo sabe Dios... Desde que estoy con él no he mirado á ningún otro hombre... ¡que se me quiebren las manos y se me salten los ojos si no digo la verdad!... No he ido un día siquiera á Puerta de Tierra, ni á los toros, ni he puesto los pies fuera de casa más que cuando él me ha llevado á la plaza de Mina por la noche ó los domingos por la mañana á la del Mercado.

Lo primero, señor prosiguió después de haber mirado al cielo un buen rato, es nombrar los capitanes generales y los regentes de todas las Audiencias, gente de confianza que vaya al momento á cumplir las leyes perentorias de seguridad pública que les daréis. El Rey hizo con la mano ese gesto frecuentísimo que indica la actitud de castigar.

Ni sabía Sol por quién le preguntaba. No: Sol no había visto a nadie. Iba muy contenta. La directora la había tratado con mucho cariño. , Pedro Real había estado; pero no a saludarla: nadie había subido a saludarla. La habían mirado mucho. Decían que el cónsul francés había dicho una cosa muy bonita de ella. Pero al salir, no, no vio a nadie.

El hace una seña afirmativa, pero, como ella no lo ha mirado, cree que no responde. Ya lo ves, no quiere dice, dirigiéndose a Martín. ¿Que no quiero? exclama el otro riendo. ¿Por qué no lo dices, entonces, en seguida? replica ella, tratando de ponerse en armonía con su alegre tono.

¡No soy más que un criado, Inés! exclamé, agarrándome con fuerza a la reja y sacudiéndola, como si quisiera hacerla pedazos ; no soy más que un miserable chico de las calles, indigno de ser mirado por personas de tu categoría. Después que nos separamos, mira qué distantes estamos uno de otro. Pero no creas que lo siento; me gusta verte donde estar debes. ¿Y ? me preguntó con perplejidad.