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Efectivamente, en todo el país las papas son miradas generalmente con tal desprecio que tienen su aplicación preferente en la ceba de los cerdos. El vino tiene un consumo relativamente muy reducido. Acaso el pueblo español es el mas frugal de los de Europa, alimentándose principalmente con legumbres y granos. De seguro que es el primero en sobriedad.

Al punto las miradas de todos fijáronse con cierto respeto en un venerable armario de añejo roble que en el testero principal de la habitación desde largos años existía. Acercóse a él la Sra. Condesa, y abriéndolo, sacó una espada larguísima, con su vaina y tahalí, las tres piezas muy marcadas con el sello de honrosa antigüedad.

Por las miradas de don Salvador, comprendí que el guía hacía mi presentación y narraba las circunstancias por las cuales había sido él mi acompañante principal.

Gertrudis se ha puesto lívida; toda desconcertada, lo mira fijamente. El, tratando de recobrar el aliento, hunde sus miradas en la sombría corriente. ¡No había pensado en ello, Juan! balbucea la joven implorando su perdón con los ojos. Juan se echa a reír. Una alegría feroz, que le hace olvidar todo peligro, se apodera de él.

¡Oh, qué actitud tenía delante de ! Las palabras salían lentas y tímidamente de sus labios; sus miradas plañideras, que parecían implorar socorro, buscaban las mías y sin embargo apenas osaban desprenderse del suelo; en su embarazo, enroscaba entre sus dedos la extremidad de su barba y golpeaba con el pie cuando no podía encontrar la palabra justa. ¡Oh, pobre niño grande, amado mío! ¿No viste que todo mi ser me precipitaba a tus brazos y ardía por permanecer en ellos eternamente? ¿No viste que mis labios temblaban de deseo de posarse en los tuyos y de quedarse suspendidos de ellos hasta mi último suspiro?

¡Demontre! llegáis a tiempo exclamó el notario, colérico. ¡Estoy, por lo visto, hechizado! ¡el diablo ha tomado posesión de mi persona! Las miradas del doctor fijáronse en seguida en la nariz de su cliente; pero encontrándola, al parecer, sana, de buen aspecto, y fresca como una rosa. Me parece observó, que marcha todo muy bien.

Le había costado muchos días de incesante jugueteo, un número incalculable de miradas provocativas, de carcajadas sin motivo, de caprichos infantiles, de gestos mimosos y enfados pasajeros.

Pero dirigiendo alternativamente nuestras miradas del Guadalquivir al Tigris, de la magestuosa Córdoba á la risueña Bagdad, advertimos en los dos colosos genio idéntico y temperamentos diversos.

Apenas le hablaba alguien, se apresuraba á contestar con grandes muestras de respeto, huyendo inmediatamente. La Titonius tenía en torno á ella un círculo de hombres, que eran en su mayor parte los jóvenes de aspecto «artista» vistos por Robledo en la antesala. Muchas señoras se burlaban francamente de la condesa, partiendo de sus grupos irónicas miradas hacia su persona.

Sentíase satisfecho de la situación el señor Cuadros, y las ávidas miradas fijas en el palco parecíanle un homenaje a él. No se podía pedir mayor felicidad. Cumplía con la conciencia y con el placer.