United States or Nepal ? Vote for the TOP Country of the Week !


No exclamó Lucía posando en el viejo su clara mirada : si no es que soy simple, es que no quiero entender; ¿lo oye usted?

Pero venían envueltas en una nube tan espesa de rocío que D.ª Carolina se vio precisada a apartarse más de una vez y refugiarse por los rincones para no quedar completamente empapada. Al fin se dejó caer otra vez en la silla, rendido, aniquilado. D.ª Carolina también se sentó y le contempló largo rato con mirada chispeante de malicia.

Pues bien, repentinamente, cuando menos podía pensarse, el conde cometía el absurdo de alzarse distraídamente de la silla, bostezar y marcharse a hacer solitarios a un rincón de la mesa. Por su parte Fernanda caía en idénticas flaquezas, poniéndose a charlar animadamente con el chico del regente de la audiencia sin dirigir una mirada a su novio.

¡Ahueca! repitió el señorito, como si fuese a darle de patadas, con la arrogancia de la impunidad. El Chivo salió y los dos amigos volvieron a sentarse. Luis ya no parecía ebrio: antes bien, hacía esfuerzos por mostrarse sereno, abriendo los ojos desmesuradamente, como si intentase anonadar con la mirada a Montenegro.

Aún no creo que hayas podido estar en aquella maldita casa. ¿En qué casa? dijo Clara, como afectada de profunda confusión. Allí, en casa de esas mujeres contestó él con tristeza, recordando los dolores de aquella vivienda. ¡Ay! exclamó Clara. Yo no quiero volver; quiero morirme aquí antes que volver. Estoy en casa de Pascuala, ¿no? Al decir esto, reconocía el sitio con ansiosa mirada.

Ordinariamente Juana acogía esas proposiciones con transportes de alegría; pero entonces la oyó fríamente y una sombra pasó por su mirada. Me quedaré á comer, eso si, con mucho gusto, como te había prometido. Pero no podré pasar la velada contigo. Tengo cita para un asunto serio con mi profesor de canto Campistrón. Tendré que dejarte á las nueve. Su hipocresía me puso fuera de .

Una vez solas, Amalia tomó un libro y se puso a leer tranquilamente a la luz de un quinqué, mientras su hija, de rodillas en el ángulo más oscuro, sollozaba apagadamente. Tres o cuatro veces levantó aquélla la cabeza, dirigiendo su mirada colérica a las tinieblas del rincón, esperando que la chica gimiese más fuerte para lanzarse sobre ella. Trascurrió una hora, hora y media.

Verdad que bajo la mirada insistente de su colega Valero se apresuró a rectificar haciendo constar que el cocodrilo era todavía cachorro y no tenía más que una carrera de dientes. Siguieron buen trecho la margen sombría del Lora y lo atravesaron por un puente rústico en el sitio donde el conde lo había desangrado, por medio de una acequia, para dar movimiento a su molino.

Su mirada dulce y altiva a la vez, tierna y no obstante un poco sombría, inspiraba el respeto, la admiración y el amor, y en su rostro flotaba un no qué de celeste y de deslumbrador con una majestad incomparable.

Entró lentamente el bufón, abarcando en una mirada sombría el aposento.