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Arbol de vida, místico Madero donde reina el Señor de los señores, al pie de cuyas ramas el viajero mitiga del camino los ardores; lecho de las esposas del Cordero, centro de sus purísimos amores: ¡Oh dulce Cruz donde Jesús espira! ¿Quién no te adora, si una vez te mira?

El asombro de la santa era tan grande, que no lo podía expresar. Abría la boca, maravillada, cual si presenciara un milagro. «Pero de veras que ... Mira, hijo, si quieres que yo crea en ese estado de tu espíritu, es preciso que me lo pruebes...». ¿Cómo he de probártelo? Vamos a ver dijo la virgen y fundadora, con resolución . ¿A que no haces una cosa?

Lo primero que has de hacer cuando llegues a Córdoba es visitar a mis primas y entregarles estas cartas. Mira, aquí van las señas de su palacio. Harto sentimos que no pueda celebrarse la boda concertada; pero Dios lo quiere así, y la patria es lo primero. Algún día será. Di a esas señoras que si vuelven pronto a Madrid, no les perdono que pasen sin detenerse algunos días en ésta su casa.

Se conoce que acaba de llegar. Es chiquitín, regordete, colorado como una remolacha, y se sonríe como si estuviese contento. Está, sin embargo, de luto. Mira, Juana, yo no tengo gana de recibir visitas. Dile que me duele la cabeza, que vuelva otra vez si tiene algo importante que decirme, que hoy no recibo.

Mira; me recojo el cabello, así como lo tengo siempre, y me pongo ¿te acuerdas? como en el día de la procesión, me pongo una camelia. Y Lucía, como alocada, hacía que no la oía. Le deshacía el peinado, le recogía el cabello a la manera que decía. «¿Así? ¿No?

Mira cómo se ha puesto los pies. Ya se ve.... Como tuvo que meterse entre las zarzas para coger a tu dichoso Lili. Nela, ven acá. La Nela, cuyo pie derecho estaba ensangrentado, se acercó cojeando. Dame al pobre Lili dijo Sofía, tomando el canino de manos de la vagabunda . No vayas a hacerle daño. ¿Te duele mucho? ¡Pobrecita! Eso no es nada. ¡Oh, cuánta sangre!... No puedo ver eso.

No creas que tengo gran interés en saberlo. ¿Qué me meto yo en el bolsillo con saber un nombre más? Es un nombre muy feo... No me hagas pensar en lo que quiero olvidar replicó Santa Cruz con hastío No te digo una palabra, ¿sabes? Gracias, amado pueblo... Pues mira, si te figuras que voy a tener celos, te llevas chasco. Eso quisieras para darte tono. No los tengo ni hay para qué.

Pues mira, estábamos reunidos varios amigos para el negocio que no ignoras; se nos ha referido lo que te acaba de suceder, y el desastre que iba á ocasionarte.

¿Qué es lo que dices, niña?; mira que dicen que el que canta es un mozo de mulas. -No es sino señor de lugares -respondió Clara-, y el que le tiene en mi alma con tanta seguridad que si él no quiere dejalle, no le será quitado eternamente.

Pero dejemos esto para su tiempo, y mira si traes algo en esas alforjas que comamos, porque vamos luego en busca de algún castillo donde alojemos esta noche y hagamos el bálsamo que te he dicho; porque yo te voto a Dios que me va doliendo mucho la oreja.