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Al oír esto solté insensiblemente mi bolsa en mi faltriquera, menos poseído ya de mi ardiente caridad. ¡Es posible! Traiga usted una alhaja. Ni una me queda; lo sabes: tienes mi reloj, mis botones, mi cadena... ¡Diez y seis pesos! Mira, con ocho me contento. Yo no puedo hacer nada en eso; es mucho. Con cinco me contento, y firmaré los diez y seis y te daré ahora mismo uno de gratificación...

Las mujeres del pueblo se santiguaban al verla pasar y pronunciaban comentarios en alta voz para que los oyese la interesada. ¡Mujer, mira por tu vida a la Serena qué gabarra lleva sobre la cabeza! Porque hay que advertir que a la madre de doña Paula la llamaban la Serena, y a la abuela y a la bisabuela también.

Llevó a Jacinta a su cuarto de vestir y después de mostrarle el nacimiento, le dijo: «Aquí hay más contrabando. Mira. Esta mañana fui a las tiendas, y... aquí tienes: medias de color, un traje de punto, azul, a estilo inglés. Mira la gorra que dice Numancia. Este es un capricho que yo tenía. Estará saladísimo. Te juro que si no le veo con el letrero en la frente, voy a tener un disgusto».

Silencio y asombro del niño. ¿Es algún amigo tuyo? Es el chico de la vecina. ¡Ah! ¿Y quién te ha dado ese chaquetón que te llega a los pies? El tío Remigio. ¿Quién es el tío Remigio? Nuevo y mayor asombro del niño, que le mira con ojos estáticos. ¿Es algún hermano o pariente de tu madre? Es albañil. ¡Ah, es albañil! Y comprendiendo que no sacaría más en limpio, Miguel tomó otro rumbo.

Mira, hermana, mi amigo es tan rico y abundan tanto en su casa los objetos de toda laya, que lo mismo que aparece como indostaní en la fotografía, hubiera podido aparecer griego del tiempo de Pericles, magnate egipcio de la época de los Faraones o de los Ptolomeos, Mirza contemporáneo de Hafiz o señor feudal del siglo de la primera cruzada.

21 Mira, el SE

En el Real suelo ir al palco de las de Gamboa, y pienso que se le ha metido en la cabeza que me gusta Rosaura.... ¡Mira qué tontería! ¡Rosaura!... Pero hace lo menos un mes que no subo a saludarlas ... y lo mismo; ¡lo mismo, chico, lo mismo!... El otro día la pude pillar sola en el gabinete unos momentos, y de prisa y corriendo le he dicho que deseaba saber en qué quedábamos.

Aunque dió satisfacciones a Amparo, no fueron éstas muy calurosas. Quedábale, en el fondo, la duda. Bien lo echó de ver ella, por lo que siguió enojada. Concluyó por decirle: Mira, lo mejor que puedes hacer es irte a almorzar. No quiero más historias.... ¡Ah! y no dejes de traerme esta noche guita, que me está haciendo mucha falta.... A no ser que prefieras que te mande a casa las cuentas....

Deseamos que no se pierda esta ocasión, y que cual la mira principal de Mindanao, procuremos ver sus frutos, y con una política conciliadora, ver los medios de posesionarse algún día de la isla de Nuza.

Y la dirección fue a la montaña y puso en ella unos caballitos, y ya nadie mira el paisaje, sino los caballitos, y la Naturaleza ha sucumbido una vez más. Hoy el Casino no necesita ya hacer esfuerzo ninguno para atraer al veraneante. El veraneante le pertenece por entero.