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Conservando en su gobierno al Libertador, rodeado de ilustres y beneméritas personas, solo habia buscado el medio de hacerle dejar vacio su puesto de general en jefe para entrar él á reemplazarle en el mando. Esto ni menoscababa el prestigio de la autoridad, ni minaba la disciplina, ni amenguaba lo mas mínimo el entusiasmo de los defensores de la libertad.

Todos los acontecimientos conspiraban ya en favor de la independencia general de la América del Sud, pues en el mismo año, sin contar la actitud favorable que habia tomado Quito, el general San Martin en el Perú minaba el poder del virey Pezuela que se vió depuesto del mando por sus mismas tropas, hecho inaudito en aquel pais; constituia un gobierno á cuya cabeza se ponia como dictador; daba al pueblo una Constitucion y derrotaba al enemigo comun.

Pudiera ofrecer reparos a la de Hornero, pero a la de Pepito, no. La seguridad de no poder llegar jamás, por mucho que le imitase, al grado excelso de elegancia, despreocupación, valor desdeñoso y hastío de todo lo creado, que caracterizaba a su admirado amigo, le humillaba, le hacía desgraciado. Esperanza había puesto el dedo en la llaga que minaba su preciosa existencia.

Debía caer en los primeros días de la primavera, a tiempo para que las lilas blancas pudiesen florecer sobre su tumba. La pobre joven presentía su destino y juzgaba sobre su estado con una clarividencia bien rara en los tuberculosos. Quizás hasta tenía sospechas del mal que minaba a su madre.

Su vida interna, durante aquellos seis meses, había sido devorada por una actividad febril, ansiosa, mareante, disimulada con esfuerzo bajo actitud tranquila y altiva. A veces la sorda irritación que la minaba no podía resistir tanta presión, y estallaba en un flujo de palabras candentes, injuriosas, que pronunciaba en voz baja, al advertir algún signo de inteligencia entre los traidores.

Tal vez en la ingenuidad de su alma, en la tranquila conciencia de su belleza, pudo quizás ella creer que algunas de estas adoraciones eran dictadas por leales sentimientos, por confesables intenciones, mas con su rápida y fina penetración de mujer, no tardó en comprender que todos estos postulantes que sin respiro la asediaban, aspiraban a todo, menos a su mano, y esta convicción diariamente ratificada concluyó por añadir a la honda melancolía que minaba el corazón de la huérfana, la sensación cruel del más acerbo desprecio.

Mientras verificaba esta operacion, el brigadier Don José de Canterac, al frente de 3.000 peninsulares, llegaba al Morro de Barcelona y el republicano Piar, movido por la ambicion, minaba lentamente la estabilidad de las posesiones alcanzadas, promoviendo la discordia entre los jefes, alentando la tropa á la rebeldia y haciendo renacer la ya olvidada idea de colores y diferencias de raza.

El oscuro caserón, sin perder su aspecto vetusto y misterioso, se trasformó por dentro en agradable morada. Pero el deshonorado militar se consumía, se secaba dentro de ella como un árbol sin luz y sin agua. Una melancolía profunda minaba su organismo, le arrugaba la piel, blanqueaba sus cabellos, debilitaba sus piernas y ponía trémulas sus manos.

Su vida interior le causaba demasiados tormentos para pensar mucho tiempo en estas futilidades. El escepticismo le minaba sordamente. El mundo le parecía cada vez más incomprensible. La idea constante de que todo lo que le rodeaba era una pura apariencia, cuyo verdadero sentido permanecería eternamente ignorado para el hombre, engendraba en su alma una melancolía profunda, que se reflejaba bien en su frente pálida y en la sonrisa triste e indiferente que plegaba sus labios. La experiencia toda entera decía Kant no es más que el conocimiento del fenómeno, no de la cosa en .