United States or Tunisia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Esté usted segura de que el día en que le conceda la mano de su hija, se habrá acabado todo entre él y la señora Chermidy. Llevará a su mujer a Italia; yo les acompañaré y usted también, y si Dios tiene a bien hacer un milagro, seremos tres para ayudarle, señora duquesa.

Sancho Panza, que también tuvo a milagro la mejoría de su amo, le rogó que le diese a él lo que quedaba en la olla, que no era poca cantidad. Concedióselo don Quijote, y él, tomándola a dos manos, con buena fe y mejor talante, se la echó a pechos, y envasó bien poco menos que su amo.

Las solteronas te hacen perder la cabeza, pobre hija mía... Vamos, despáchate. Voy a ponerme el sombrero y te espero en el salón. En diez minutos hice el milagro de estar compuesta y acicalada. La abuela, satisfecha, se dignó sonreírme con una benevolencia en la que entraba un poco de inocente admiración.

Todo les parece testimonio de la autenticidad del milagro. A algunos metros por bajo de la cima brota un manantial: el báculo del dios le hizo surgir del suelo.

Repetía a la pobre madre que Germana vivía, que la enfermedad parecía haberse detenido y que aquella dichosa suspensión de una marcha fatal daba derecho a esperar un milagro. No se alababa de curarla y decía a la señora Chermidy que sólo Dios podía aplazar indefinidamente la viudez de don Diego. La ciencia era impotente para salvar a la joven condesa de Villanera.

que un dios no sea cruel. Pues, ¿quién ordena el terrible dolor que adoro y siento? Si digo que sois vos, Fili, no acierto; que tanto mal en tanto bien no cabe, ni me viene del cielo esta rüina. Presto habré de morir, que es lo más cierto; que al mal de quien la causa no se sabe milagro es acertar la medicina.

¿Pero es de veras, doctor?... ¿es posible ese milagro?... ¿Ha encontrado la cirugía la manera de...? Ha encontrado tres sistemas nada menos. Descartemos el método francés, pues no lo considero aplicable al caso vuestro. Si la pérdida de sustancia fuese menos considerable, podría despegar los bordes de la herida, avivarlos, ponerlos en contacto y unirlos de primera intención.

Pensaba que con el título de duquesa, y tantísima riqueza acumulada en aquel palacio, D.ª Carmen debía de ser la mujer más feliz de la tierra. ¿Qué hace la viejecita? ¿qué hace? entró preguntando en tono medio brutal medio cariñoso, que revelaba bien la profunda indiferencia que su mujer le inspiraba. D.ª Carmen levantó los ojos sonriendo. Hola ¿eres ? Milagro, por aquí a esta hora.

Milagro que no se les ocurre inventar una máquina para hablar y otra para escribir, o cualquiera otro disparate....» Volvió en seguida al camino recto de sus cavilaciones. La cuestión era que aquello no tenía igua. Con el buen Colignon no había que contar.

¡Feliciano, milagro que te han dejado venir al baile tus hermanas! ¿A qué hora te han mandado retirarte? Dicen que doña Petra te castiga cuando llegas tarde, ¿es verdad? ¡Pobre Feliciano! ¡Qué severas son tus hermanas! Ya que no te han permitido casarte, debieran darte un poco más de libertad. El bravo comerciante, sin ofenderse, contestaba con sonrisa bondadosa a aquellas arpías.