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Por lo comun, mientras dura el sueño, no abrigamos duda sobre lo que soñamos; y abrazamos á un amigo con tierna efusion, ó lloramos desconsolados sobre su tumba, con las mismas afecciones que nos produciria la realidad. Esto es lo que vamos á examinar.

Este método seria tanto mas acertado entre nosotros, cuanto que tenemos que cubrir una inmensa extension territorial, escaseando los recursos para aumentar los cuadros del ejército, mientras que sobran arbitrios para fundar nuevas poblaciones en los puntos mas vulnerables de la campaña, dotándolas con las tierras de propiedad pública.

Mientras tanto se presentan en el convento los dos mercaderes; fíjase la hora en que han de profesar; pero al aproximarse, se les aparecen el Demonio, el Mundo y la Carne, y les aconsejan que no renuncien tan locamente á los placeres terrenales. Antonio y Leandro se quedan estupefactos; hacen la señal de la cruz, ante cuyo signo huyen los fantasmas, y entran en el claustro.

Me pedía autorización para traducir LA BARRACA, explicando la casualidad que le permitió conocer mi novela. Un día de fiesta había ido de Bayona á San Sebastián, y aburrido, mientras llegaba la hora de regresar á Francia, entró en una librería para adquirir un volumen cualquiera y leerlo sentado en la terraza de un café.

Por otra parte, y mientras en Villalegre permaneciese, juzgaba él que sería ya inútil para todo y que no valdría ni para secretario de Ayuntamiento, ni para consejero de don Andrés, ni para colaborador del escribano, ni para pasante de los abogados Peperris.

Tu madre no existirá: yo estaré no dónde, y los que te hicieron diputado te mirarán como un ladrón que robó y mató a su madre... Enfurécete, pégame si quieres; ya nos miran de las otras mesas... da un escándalo en el café; no por esto dejará de ser verdad lo que te digo... Mientras tanto Leonora se impacientaba en su cuarto del hotel. Habían transcurrido tres horas.

Se dirigen miradas significativas, sonríen con desprecio, se hablan al oído. Mientras tanto, los feroces bigotes del jubilado de Ultramar se erizan, se estremecen con leve temblor que se comunica a sus labios y de ahí al resto del organismo.

Y la Regenta fue al baile del Casino, porque como ella esperaba, don Víctor se empeñó «en que se fuera, y se fue». Aquel acto de energía, verdaderamente extraordinario, le hacía pensar al ex-regente, mientras subían la escalera del caserón negruzco del Casino, que él, don Víctor, hubiera sido un regular dictador. «Le faltaba un teatro, pero no carácter.

Habían salido del subterráneo y atravesaron el puente. La mujer miró con fijeza las aguas verdes y unidas. El cadáver de un cisne flotaba sobre ellas. Antes de partir, mientras ensillaban sus caballos, dos oficiales se habían entretenido cazando á tiros de revólver los habitantes de la laguna.

Y mientras el viento cesaba por completo y en el aire aún abrasado Yaguaí arrastraba por la meseta su diminuta mancha blanca, las palmeras, recortándose inmóviles sobre el río cuajado en rubí, infundían en el paisaje una sensación de lujoso y sombrío oasis. Los días se sucedían iguales.