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Y me dije: «¡Dios sabe dónde le aprieta el zapatoJuan no quiere escuchar más; sin una palabra de agradecimiento se lanza fuera. La cortina que cubre la entrada de la tienda de los Felshammer está completamente corrida. Juan escucha un instante. Un ligero rumor de llanto, mezclado con la voz de Martín que trata de apaciguar a su mujer, llega hasta él del interior.

Yo he amado a lord Gray porque en mis solitarias devociones se ha apoderado de mi espíritu como el demonio tentador... No, no iré al claustro, porque que lo tendré siempre delante, mezclado con aquella dulce poesía del coro y el altar. ¡Ay, amiga mía! ¿Creerás esto que te digo? ¿Creerás esta profanación horrible? Pues , es verdad. En la iglesia ha tomado cuerpo esta insensata inclinación.

Mi alma tantalizada reposa dulcemente aquí, olvidando, sin recordarlas jamás, sus rosas, sus antiguas ansias de mirtos y de rosas. Pues ahora, mientras reposa tan tranquilamente, imagina a su alrededor, una más santa fragancia de pensamientos, una fragancia de romero mezclado a pensamientos, a sabor callejero y al de los bellos y rígidos pensamientos.

No pocas veces el ruido atronador de las aguas se ha mezclado con una oración murmurada por mis labios y un profundo suspiro arrancado de mi alma, dirigiendo la primera al cielo, y el segundo al tranquilo y lejano hogar que guarda mi cuna. Una de las veces que visité el Botocan, fuí acompañado de un amigo que tiene sus ribetes de ateo.

Así, pues, hasta en su más diminuta molécula, la montaña enorme ofrece una combinación de elementos diversos que se han mezclado en variables proporciones; cada cristal, cada mineral, cada grano de arena ó partícula da caliza, tiene su infinita historia, como los mismos astros.

Es de lo más fino que he visto en su género. ¡Si mi suegra no se ha mezclado para nada en este asunto! No ha hecho más que cumplir las órdenes de su marido. ¡Anda, pues si dependiera de mi suegra, ni ahora ni nunca saldría yo de su casa! Usted no sabe el cariño que me profesa la buena señora. Me quiere como una madre, una verdadera madre, don Miguel.

La esposa del perseguido les mandó una abundante cena y un poco de vino, mezclado convenientemente con una buena dosis de droga, que dio por resultado que los desagradables huéspedes se durmieran profundamente, y que el valiente capitán, antes de que hubiesen desaparecido los efectos del vino, se encontrase muy lejos de su alcance.

En su cara lucía el júbilo del triunfo mezclado con el sudor de la lucha, que corría a gotas medio congeladas ya por el frío del amanecer. El marqués se paseaba por la habitación ceñudo, contraído, hosco, con esa expresión torva y estúpida a la vez que da la falta de sueño a las personas vigorosas, muy sometidas a la ley de la materia.

Mi imaginacion absorta, como la del autor de las Noches sobre el sepulcro de los Escipiones, veia mezclado el siglo XIX con los diez que le precedieron, y estas visiones podrian darme lugar á largas é interesantes reflexiones que considero intempestivas en esta historia.

Clementina no simpatizaba mucho con los hombres de ciencia, pero le infundían cierto vago respeto mezclado de temor, como seres extraños a quienes una parte del mundo concede superioridad. ¿Es usted naturalista? le preguntó después. Estudio para serlo. Mi padre lo ha sido....