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En resolución: yo noto que me falta vocación para la política. Soy más a propósito para la contemplación que para la acción. Créame usted, yo lo haría detestablemente; me desluciría si me metiese a repúblico. ¿Por qué hemos de ser todos actores en tan pesado drama, que dura siempre sin que se llegue jamás al desenlace? ¿No basta que esté uno condenado a ser espectador?

Los señores contribuyentes le suplicaron que no se metiese en tales barahúndas, que se iba a calentar demasiado la cabeza, y nadie se lo había de agradecer; y, al fin, para acabar de convencerle, echaron entre todos una manga y le dieron ocho mil realetes, como ayuda de costas y consuelo en los trabajos de su peregrinación, con lo cual se fue bendito de Dios con la música o dígase con la estadística a otra parte.

El nuevo aperador reía a solas las fanfarronadas de su amo, más atento a recomendarle la dureza y que «metiese en cintura» a los holgazanes que trabajaban sus campos, que a enterarse de las operaciones agrícolas, echando la culpa de las malas cosechas a los gañanes, una canalla que no quería trabajar y deseaba que los amos se convirtiesen en criados, como si el mundo pudiera volverse del revés.

Bastante tenía que hacer la pobre esta noche con vigilar al hermanito para que no metiese sus manos sucias en todo y no sobase los dulces y no lamiera los helados... Yo tomé una yema que apestaba a aceite de hígado de bacalao, y de fijo anduvieron por allí los dedos de Leopoldito.

Cuando, al presentarse el mayordomo, vio que intentábamos forzar la puerta de la princesa, se puso enfurecido como jamás le he visto: con una cólera de cordero rabioso. Nos faltó al respeto, amenazándonos con llamar al comandante para que nos metiese en la barra. A me prometió cambiarme de camarote hoy mismo, para que no repita mis intentos.

Si su marido de usted no tiene un criterio excepcional y no hay razón para que lo tenga , maldita la gracia que le hará encontrarla a usted tan acompañada. ¡Ay, Dios mío! ¿Y por qué? ¿Qué sería de si no le hubiese hallado a usted tan a tiempo? Puede que el bárbaro del empleado me metiese en la cárcel.

El capitan Garay hecha tenia A Juan Ortiz la casa en que viviese, Y cada cual la suya se hacia, Por tener un rincon se metiese. El Juan Ortiz en este proveia, Que de hoy en adelante se dijese Y nombrase Vizcaya el Argentino; ¡Mirad el ambicion del Vizcayno!

El muchacho berreaba y corría de un lado a otro llamando a su padre. «¡Otro a quien han engañado!», decían los dependientes desde sus mostradores, adivinando lo ocurrido; y nunca faltaba un comerciante generoso que, por ser de la tierra y recordando los principios de su carrera, tomase bajo su protección al abandonado y lo metiese en su casa, aunque no le faltase criadico.

La Compañía recomendó a Urbistondo que no se metiese a favorecerla; pero el capitán, con aquella admirable confianza que tenía en sus facultades intelectuales, no hizo caso. Creía deber suyo no perjudicar a nadie, y el director de la casa lo sacó del barco y lo llevó al almacén, donde le ocurrió el percance de la pierna.

»Antes que el armada metiese gente en tierra, publicábades que daríades á saco vuestro pabellón el día que viésedes que sacaban artillería, porque se la habíades de ganar y tomar en prisión á Dragut y otros turcos, para cambiar con D. Gastón y demás que allí tienen nuestros.