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ASCLEPIGENIA. Yo sabré remediarle. No me meteré en discusiones ni en consejos, sino que, a modo de broma, haré que mañana le cojan dos esclavos antes de comer, le soplen en un baño y me le laven y frieguen con pasta de almendra, y me le froten con aromoso diapasma.

Yo me vuelvo loca... Y no por qué me devano los sesos, porque en rigor, ¿a qué me va ni me viene? Si Maximiliano quiere humillarse después de las atrocidades que pasaron, yo no debo meterme... Pero , me meteré. ¿Cómo consentir tal afrenta?

Yo, haciendo el papel de Sigfrido, me meteré en el ataúd. Ella, si quiere, puede venir montada en un caballo con alas, en un gran caballo negro, con largas crines negras, las alas negras, castigando con manos negras el aire del cielo. ¡Pero Muñoz, Muñoz! gritó Charito alarmada.

10 Y meteré fuego en el muro de Tiro, y consumirá sus palacios. 11 Así dijo el SE

8 Y os meteré en la tierra, por la cual alcé mi mano que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y [yo] os la daré [por] heredad. Yo [soy] el SE

Desmaroy sostiene sus ideas y yo las mías, nos miramos otra vez, no como amigos sino como luchadores. Leo en sus ojos: Esta muchacha es demasiado absoluta... Qué cabeza... Yo la meteré en cintura... Una mujer está hecha para obedecer. Bajo los ojos y mis párpados ocultan una respuesta acerba e irritada... No, no me meterá usted en cintura, porque jamás seré su mujer...

Yo te pondré en el cuello corales y encajes, y te meteré la cintura en sedas, y te calzaré los pies con chapines, y si ahora pareces un lucero, después parecerás un sol. ¿Es de veras? le pregunté olvidada ya del otro que iba en el bergantín, que había desaparecido por completo en alta mar. Tan de veras, que si estás aquí en este mismo sitio á la noche, vendré por ti. Estaré.

Y no es que intente echarle en cara el no haberme ayudado. ¡Ave María! Usted no pagó su parte porque no pudo... pero yo me voy. Meteré los libros en cualquier sitio: me los guardará ese señor sacerdote que usted ha visto algunas veces. Viviré con el pobrecito zapatero; él y su familia desean tenerme con ellos; cuidarme un poco, que bien lo necesito.

»No quiero pensar en Joaquín, ni en mi abuela, ni en mi hermano, ni en mis botas rotas, a ver si de este modo me olvido y duermo. Meteré la cabeza debajo de la almohada. ¡Ah!, esto me da algún descanso... Hace dos semanas que no veo a Joaquín, y me parece que hace mil años. ¡Estuve tan fuerte aquel día!... ¡Me fingí tan incomodada!

¡ también! exclamó con afectado espantoCielos! ¿Dónde me meteré que no me presenten cuentas? Y se dejó llevar, fingiendo susto, a un rincón por su querida, que le preguntó en voz baja: , babieca, ¿por qué no me has dicho que era Amparo de la partida? ¿No sabes que estamos políticas hace ya días?