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Después miró a doña Sol, que permanecía inmóvil, siguiendo con los ojos al jinete, el cual se empequeñecía en lontananza. ¡Qué mujer! murmuró el espada con desaliento . ¡Qué señora tan loca!... Suerte que el Plumitas era feo y andaba haraposo y sucio como un vagabundo. Si no, se va con él. Paece mentira, Sebastián.

He encontrado al oficial mayor en la calle; ¡qué casualidad! y me ha sorprendido, hija, porque no imaginaba yo que esto sucedería: asómbrate, ¡el ministro Ensene ha renunciado! ¿De veras? De veras, parece mentira, ¿eh? pues, , señor, el hombro ha caído, y vergonzosamente, como tenía que suceder; si le dejan un día más en el Ministerio, se lleva hasta los clavos de las paredes.

Y Moreno ¿qué se hizo? preguntó otro. ¿Es verdad, como se dijo hace años, que se había pegado un tiro? Sobre eso se cuentan muchas cosas; tal vez sea todo mentira. ¡Quién sabe! ¡se marchó tan lejos!... Cuando al caer la República volvió el tiempo de las personas decentes, el pobre Moreno se puso peor aún que al morir su Teresa. Vivía encerrado en su casa.

Martinán era un hombre famoso y popular, no sólo en la parroquia, sino en todo el valle de Laviana. Y aun no diríamos mentira si afirmásemos que su fama se extendía á los concejos limítrofes de Sobrescobio y Langreo. Nadie recordaba haberle visto triste jamás.

Yo me inclino a presumir que, ofendido el boticario por las burlas de Serafina sobre el mencionado negocio, divulgó contra ella lo que voy a contar como me lo han contado, sin-responder de que sea verdad, exageración o mentira.

13 El remanente de Israel no hará iniquidad, ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa; porque ellos serán apacentados y dormirán, y no habrá quien los espante. 15 El SE

Yo no he llegado a ponerlo bien en claro, de suerte que, al ir escribiendo esta historia, lo probable es que lo deje turbio o nebuloso. De cualquier modo que fuese, y sin escudriñar los secretos de doña Inés en lo tocante a la conducta, aseguro con evidencia que ella, en lo teórico, sin afectación ni mentira, tenía la más acendrada fe religiosa.

Es mentira, Kassim le dijo. ¡Oh! repuso Kassim sonriendo no es nada. ¡Te juro que es mentira! insistió ella. Kassim sonrió de nuevo, tocándole con torpe cariño la mano. ¡Loca! Te digo que no me acuerdo de nada. Y se levantó a proseguir su tarea. Su mujer, con la cara entre las manos, lo siguió con la vista. Y no me dice más que eso... murmuró.

Pero una mentira nunca es buena, aun cuando la muerte nos amenace, ¿No adivinas lo que voy á decir?... Ese anciano, ese médico, ese á quien llaman Rogerio Chillingworth... ¡fué mi marido!

Hartzenbusch prueba evidentemente, en su edición de Calderón, que la comedia de este poeta, En esta vida todo es verdad y todo mentira, se había escrito ya en el año de 1622, y, por tanto, se han desvanecido por completo las dudas que existían respecto de la prioridad de esta obra con relación al Heraclio, de Corneille.