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Cierto día, don Alonso Blázquez Serrano congregó en casa de don Íñigo a algunas personas principales para tratar del asunto de los conversos. La reunión se repitió. El número de los invitados se fue acrecentando. A la simple jícara se agregaron los bódigos y los hojaldres. Tal fue el origen del aristocrático mentidero del señor de la Hoz.

Todo el mundo se mete en casita, y si el aburrido no acude a cualquier mentidero, es cosa de morirse de fastidio. Las calles desiertas, obscuras, lóbregas, silenciosas. Ni un organillo que alegre aquella espantosa soledad. Casi todas las casas están cerradas. ¿Qué se hacen a esa hora las dulces y modosas villaverdinas? Sábelo Dios.

En aquel famoso mentidero, centro recreativo de ociosos y desocupados, se reunían a todas horas los jóvenes más guapos y los viejos más parlanchines de la budística ciudad.

Pues si tan principal señora os manda, no insisto, amigo Juan, y os dejo, porque supongo que necesitaréis ir solo. De todo punto. Pues vóime á dormir; espéroos mañana en el Mentidero. ¿Cómo en el Mentidero? Olvidábame de que sois nuevo en la corte. Llaman aquí el Mentidero á las gradas de San Felipe el Real. ¿Y por qué no esperarme en vuestra casa?

En este muelle y a pocos pasos del Mentidero, tenía su taller el padre de Zelayeta. En la ventana de la casa, convertida en escaparate, exponía poleas de madera, faroles, cañas de pescar, un cinturón de salvavidas.... El padre de Zelayeta trabajaba en su torno con un aprendiz, y, mientras él torneaba, solían sentarse a la puerta, a charlar, algunos amigos.

Recogió sus cartas, entregándolas a un ujier para que las llevase a la estafeta, y contoneando su cuerpo voluminoso, con una falsa gallardía juvenil, salió al pasillo central, prolongación del gran mentidero del salón de Conferencias. El Excmo. Sr.

Del artículo de Mesonero Romanos, sobre la topografía de Madrid, tantas veces citado, resulta que la calle del León era antes algo más ancha, desde la del Prado hasta las de Francos y Cantarranas, y formaba una plazuela con árboles, llamada «El mentidero de los representantessin duda por reunirse en ella los actores y aficionados al teatro, como sucedía hasta hace poco con la plazuela de Santa Ana.

Este caso ocurrido con mi camarada, ejemplo de la energía femenina luzarense, no me inducía a casarme, ni aun con la espiritual Barbarita. Me contaron el proceso de este conflicto familiar entre Recalde y la Cashilda, en la relojería de Zapiain, que era el mentidero de las personas pudientes del pueblo. Mi tío, el viejo Irizar, fué el que me llevó allí.

El mismo nombre lleva en el gran plano de Madrid, de 1656; en los escritos de Quevedo, Lope, Villamediana y otros, y, por último, en el testamento del obispo de Cuzco, D. Manuel de Mollinedo y Angulo, el cual dice expresamente que sus padres vivían en Madrid, en la calle del León, «Mentidero de los representantesEsta parte de la corte está toda llena de recuerdos de los famosos poetas dramáticos y actores que la frecuentaban o habitaban.

Después, a fin de hacerse la mano para el retrato a caballo, de que habla Pacheco, haría el que lleva el núm. 1.071 del mismo Museo, lienzo en el cual el monarca tiene la misma edad, y donde se le representa con armadura de acero en busto prolongado. Por último, haría el ecuestre que se expuso frente al Mentidero de San Felipe, y que debió de quemarse en el incendio de 1734.