United States or Mongolia ? Vote for the TOP Country of the Week !


D nos llevó en su coche á su casa, amueblada con elegante lujo, y nos presentó á su familia, compuesta por el momento de una bella señorita, una señora amable y llena de sencillez en su porte, su trato y sus atavíos, y dos señoras mas de su parentela, poco mas ó ménos análogas en sus fisonomías y maneras.

Concedido esto a la imparcialidad, me encontré sobre las armas a las dos menos cuarto. En seguida bajé al salón donde encontré a la abuela muy agitada. Y bien, Magdalena, ¿te late el corazón? preguntó la abuela con emoción. No, querida abuela, mi corazón está muy tranquilo... El cerebro es otra cosa... Tengo un horrible dolor de cabeza. Muy tonta vas a estar, mi pobre Magdalena.

Por limitadas que sean las ventas en la pulpería de los efectos de consumo diario, habiendo de proveerse de allí todos los del pueblo, y no siendo dable que teniendo dinero de los jornales dejen de comprar lo que apetezcan, pueden computarse las ganancias de este ramo, cuando menos, en 1.000 pesos al año.

Brindóme a el porquero; me las cogía al vuelo y hacía más razones que decíamos todos. No había memoria de agua, y menos voluntad de ella. Parecieron en la mesa cinco pasteles de a cuatro, y tomando un hisopo, después de haber quitado las hojaldres, dijeron un responso todos, con su requiem aeternam, por el ánima del difunto cuyas eran aquellas carnes.

La estación fue deliciosa y casi todas las familias se ausentaron de París. La Opera viose invadida por provincianos y extranjeros. M. L'Ambert frecuentola bastante menos que otras veces.

El Josef de las mujeres . Este drama notabilísimo se distingue por la energía de su concepción y por la plenitud de la vida de su pensamiento, no menos que por la perfección de su estructura externa, calculada para hacer en el teatro el mayor efecto.

Las muchachas del populacho se dan con menos facilidad que una señorita habituada al lujo, teniendo por única fortuna el conocimiento del piano, del baile y de unos cuantos idiomas... Entregamos nuestro cuerpo como si cumpliésemos una función material, sin rubor y sin pena. Es un simple negocio. Lo único importante es conservar la antigua vida con todas sus comodidades... no descender.

Doña Cristina y su hija fueron pasando entre las filas de penitentes arrodilladas á los lados de los confesonarios. Para ser verano estaba muy concurrido el templo. Pero la de Sánchez Morueta reconocía la influencia de la estación en la clase de público. Las señoras eran menos que en el invierno.

Todo esto lo explicó rápidamente Cristeta, añadiendo malhumorada: ¡Y la estatua... soy yo! Frunció don Juan el entrecejo, y exclamó, tirando los papeles sobre el diván: Da grima. ¡No haga usted eso! Tan claramente manifestó su desagrado, que Cristeta no pudo menos de sentir sorpresa.

El consejero, con una rudeza militar, le había vuelto la espalda, y tomando la baraja, distribuía cartas. Se reanudó la partida. Desnoyers, viéndose aislado por este menosprecio silencioso, sintió deseos de interrumpir el juego con una violencia. Pero la oculta rodilla seguía aconsejándole la calma y una mano no menos invisible buscó su diestra, oprimiéndola dulcemente.