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Regla quarta: Para creer los hechos contingentes y expuestos á los sentidos, no basta que sean verosímiles: es menester tambien que alguno asegure su existencia.

Menester es que en esta parte evitemos usar expresiones impropias, cuyo origen ha de buscarse en las comedias de Calderón, porque no son aplicables á las de Lope, ni con frecuencia al teatro cómico español.

Menester es que tenga vm. el diablo en el cuerpo, repuso Candido. Tanto papelea en este mundo, dixo Martin, que muy bien puede ser que esté en mi cuerpo lo mismo que en otra parte. Confieso que quando tiendo la vista por este globo ó glóbulo, se me figura que le ha dexado Dios á disposicion de un ser maléfico, exceptuando el Dorado.

Veíanse portadas de aquel período del Renacimiento que puede llamarse plateresco español; otras de arco romano, con grandísimas dovelas, al estilo del tiempo de los Trastamaras, y algunas de tan imponente y esquiva hechura, que, á no correr el año de 1877, hubiera yo jurado que en tales casas vivían poderosos inquisidores ó alguno de aquellos terribles mayorazgos que solían ser jefes de una docena de hermanos, todos ellos soldados, frailes y monjas. ¡Indudablemente estábamos en Castilla la Vieja, ó, mejor dicho, en el antiguo reino de León! ¡Hasta el aire era allí godo, español rancio, cristiano puro, antisarraceno, en fin ya que es menester decir las cosas claras!

Avendaño su amigo, viéndole muchas veces melancólico e imaginativo, fiado en su amistad, se atrevió a preguntarle la causa, y se obligó a remediarla, si pudiese y fuese menester, con su sangre misma.

Tenéis muy puntuales ganas y ejecutivas, y han menester llevar en paciencia algunas pagas atrasadas. ¡No, sino comer todo el día! ¿Qué más hacen los animales? No se escribe que jamás caballero nuestro haya tenido cámaras, que antes, de puro mal proveídos no nos proveemos. Ya os he dicho que a nadie falta Dios.

Pero Gracia dijo Rafael , es menester confesar que no hay nada tan insípido en una novela como la virtud aislada. Por ejemplo, supongamos que me pongo a escribir la biografía de mi tía.

De modo continuó, que es cosa convenida el que nuestra antigua amistad nada tiene que temer. Usted responde de ello en lo que le corresponde. Es menester que ella nos siga y no se pierda en ese gran París que, según dicen, dispersa los más tiernos afectos y pone olvido en los corazones más firmes.

Y a ninguno de los dos les habían las damas menester para nada.

Para tomar un verdadero conocimiento de todo esto, es menester distintas experiencias que la gravedad del caso lo pide: pues no debemos deferir á la relacion de una precipitada y obscura tentative, que por muchas razones puede engañarnos.