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Querría librarse de su propio martirio, y, cogiendo la mano de Martín, le dice desde el fondo del corazón: ¡Oh! ¡todo marchará bien, todo se arreglará! ¿Por qué no? balbucea el otro. Menea la cabeza, fija un instante sus miradas delante de él, con la frente pensativa, y después, con expresión contrariada: Vete a dormir, Juan. La rueda rota está dando vueltas en tu cabeza.

¿Y bien, Alvarez? preguntó Massareo que no comprendía la obstinación del barco cañoneado. Señor, todas las balas le han caído encima y el maldito no se menea. Y sin embargo, hay gente a bordo, lo juraría por mi rosario.

Se sonríe mirándolo con aire triste, y continúa: Tienen verdadera necesidad de él en casa; porque, ya lo ves, hay tres chicos todavía, que alimentar y vestir sin contar que, desde que yo partí, tienen que valerse de una criada. ¿No tienes hermanas? pregunta Juan. Ella menea la cabeza y dice, lanzando de improviso una risotada: ¡Es escandaloso! Ni siquiera una, de la cual pudieras hacer tu mujer.

Creía que lo habías hecho a propósito replica ella, muy indiferente en apariencia. El no responde nada y Gertrudis menea dulcemente la cabeza como diciendo: ¡Tenía razón, pues! Pasan los días. Entre Juan y Gertrudis, las relaciones son más frías que antes. No se evitan, charlan juntos; pero no pueden emplear el tono alegre, de franca y libre amistad, de otros tiempos.

¿Existirá en el mundo de las pasiones influencia secreta que aproxime y relacione las almas separadas moviéndolas simultáneamente con un mismo afecto, como viento invisible que a un tiempo menea en parajes apartados las ramas de los árboles? ¡Quién sabe!

«¡Ah, qué peso me quitas de encima de mi alma! exclamó la señora elevando las manos . El Señor le bendiga. Ya estamos en situación de hacer una obra de caridad, recogiendo a este desgraciado... ¿Ves? Dios en un solo punto y ocasión nos ampara y nos dice que amparemos. El favor y la obligación vienen aparejados. Hay que tomar las cosas como las dispone... el que menea los truenos.

No, hija mía, no se ha roto dice Martín, cuyos ojos se llenan de lágrimas. No se romperá... la nuestra. Seguirá girando mientras nosotros vivamos. Ella menea violentamente la cabeza y cierra los ojos como aterrada ante una visión.

A cuenta que yo no pido más que un triste destino pa portear el correo a cualsiquiera parte, y na... Voy a ver a Bicerra, ¿y piensasté que me conoce?, ¡pa chasco!... Le digo que soy Izquierdo, por mote Platón, y menea la cabeza. Es la que se dice: 'no se acuerdan del judío escalón dimpués que están parriba.... Dimpués me casé y juimos viviendo tal cual.

Sola, tendría miedo aquí dice, volviéndose hacia él y mostrando con el dedo la puerta del despacho, cuya madera reluce con brillo misterioso en medio de la semiobscuridad. La joven aparta los dedos y tiembla. ¿Nunca te ha dicho nada? susurra al cabo de un instante inclinándose hacia su oído. El menea la cabeza.

Allí los pájaros madrugadores gorjean lo mismo que en las alamedas del Retiro sobre las parejas de novios; el sol, padre de toda belleza, esparce por allí los mismos prodigios de forma y color que en las aldeas y ciudades, y el propio airecillo picante que menea los árboles, que orea el campo, que estimula a los hombres al trabajo y lleva a todas partes la alegría, el buen apetito, la sazón y la salud, derrama también por todas las zonas del establecimiento su soplo vivificante.