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¡Hombre! dice un mozalbete a otro chisgarabís de su estofa, pasando revista a las lápidas . Mira quién está aquí... La Carmencita... ¿No te acuerdas, chico?... La que fué querida de mi primo el banquero, y le costó un ojo de la cara... Muchacha muy caritativa... y bonita, eso , sólo que se pintaba las cejas y fruncía la boca para esconder un diente mellado. ¡Preciosa corona le han puesto a don Melquíades!

Saltó en esto y dijo: ¿Cómo lo que yo? ¡Voto a Dios!, ni lo que García de Paredes, Julián Romero y otros hombres de bien, ¡pese al diablo! que entonces no había artillería, ¡voto a Dios!, que no hubiera Bernardo para un hora en este tiempo. Pregunte V. Md. en Flandes por la hazaña del Mellado, y verá lo que le dicen. ¿Es V. Md. acaso? -le dije yo.

Hacia mediodía, cuando un hermoso sol de invierno blanqueaba la nieve y fundía la escarcha de los cristales, y cuando el arrogante gallo rojo, sacando la cabeza del gallinero y moviendo las alas, lanzaba su grito triunfal, que repetían los ecos del Valtin, de repente el perro de la puerta, el viejo Johan, que estaba completamente mellado y casi ciego, prorrumpió en aullidos tan alegres y al mismo tiempo tan lastimeros, que todo el mundo prestó atención.

Saltó en esto, y dijo: "¿Cómo lo que yo? ¡Voto a Dios!, que ni García de Paredes, Julián Romero ni otros hombres de bien. ¡Pese al diablo! , que entonces que no había artillería. ¡Voto a Dios!, que no hubiera Bernardo para una hora en este tiempo. Pregunte vuestra merced en Flandes por la hazaña del Mellado, y verá lo que le dicen."

Parecía mentira que en tan poco tiempo se pudiese operar tal transformación. Mientras el sacerdote decía sus preces con murmullo solemne, observé que Eduardito cambiaba vivas y risueñas miradas con Fernanda, la cual le sonreía con sus ojos bordeados de ojeras dilatadas y su feo diente mellado. Aquel espectáculo tristísimo no les impresionaba.

...Yo no , maestro, si es demonio o brujo; mi manta encarnada se ha vuelto negra, y he mellado mi larga espada escocesa golpeando el ala satinada de un joven cisne. WORD'WOK, «Aventuras de Ritsborn, el buen loco». Y bien, Bentek dijo el gitano al viejo negro , ¿qué quieres? ¿Por qué has llegado aquí saltando y debatiéndote como un tiburón al que clavan el harpón?

Además, tuvo que vivir ojo alerta para que el tal déspota no le echase la garra e interrumpiese sus entusiasmos literarios haciéndolo degollar con un cuchillo mellado... Luego, el padre fue el primero que realmente tuvo plata, y empezó a montar la casa y la familia en su rango actual.

Aunque muy lentamente, porque la Iglesia, prohibiendo la duda y la curiosidad para preservar sus dogmas, ha mellado los aguijones que empujan a los hombres a buscar, investigar y averiguar para saber, el entendimiento humano ha seguido creciendo siempre en amplitud y en complejidad, con disminución consecutiva y paralela del miedo a las brujas, duendes, diablos y basiliscos, y el último traje o catecismo de terrores y esperanzas imaginarias, confeccionado con las revelaciones de los profetas y de los apóstoles, llega, también, a quedarle estrecho.