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Efectivamente, señora dijo Lázaro muy confuso; eso es cierto. Pero las personas que, como usted, se elevan tanto por la meditación y la abstracción; que se libran de las flaquezas humanas por su fortaleza, son mucho más perfectas.

Por eso, precisamente, no me sacio de oírle, y deseo que usted nos una especie de abreviado conjunto o resumen de sus ideas. Si yo no le entiendo, usted me entiende, porque es bilingüe, y sabe lo que le pido. ¿Acepta usted? lo que me pide, y no tengo inconveniente en aceptar. Pero necesito una semana de meditación. Cumplida la semana, Belarmino se presentó en el lugar designado.

Acontece á menudo que despues de largas horas de meditacion, no se ha podido llegar á un resultado satisfactorio, y cuando el ánimo está distraido, ocupado en asuntos totalmente diferentes, se le presenta de improviso la verdad como una aparicion misteriosa.

La joven esperaba que el P. Gil sacara la conversación de su altercado con el P. Narciso, y de intento prolongaba indefinidamente el silencio. Viéndole taciturno y abstraído, se aventuró a decirle con voz temblorosa: ¿Está usted enfadado conmigo, padre? ¿Por qué? preguntó el clérigo con sorpresa, saliendo repentinamente de su meditación. Por la disputa que he tenido con D. Narciso. ¡Ah!

Apartó los ojos con horror. Del cielo viene el rayo que nos abate, del mar viene la ola que nos traga, del campo la dentellada de la fiera o la puñalada del bandido. ¡Pero de allí...! ¡ah, de allí viene el daño que no puede explicarse, la agonía sin muerte, el dolor increíble! Permaneció algún tiempo perdido enteramente en una meditación profunda.

Todo fue ilusión; la puerta siguió cerrada. «Vaya, murmuró con ira, abrochándose el gabán, ese granuja no ha dado el recado;» y luego, con tristeza: «Adiós, Rosita, ya no volveré a verte.» Y muy a su pesar, después de aguardar todavía un rato, comenzó a alejarse lentamente de aquellos sitios, caviloso y con el corazón apretado. Al dar otra vez sobre el pueblo, fue cuando salió de su meditación.

El joven tornó a decir: ¿Sabes lo mejor que podíamos hacer?... Pasar aquí la noche... Mañana temprano, yo bajaría al pueblo y avisaría a tu tía para que te subiesen ropa... Tampoco respondió la aldeana. Sentada sobre la yerba, con la cabeza baja, los ojos extáticos y mordiendo una brizna de paja, parecía abstraída en grave meditación.

Si por dicha, que no es de esperar, mi Meditación no pareciese muy mala, tal vez me animaría yo a escribir otra sobre las contribuciones y los empréstitos de España, diciendo siempre lo que dice el vulgo y nada más que lo que dice el vulgo, sin meterme en honduras. LAS ESCRITORAS EN ESPA

La misma meditación racional me infunde recelo. No quisiera yo hacer discursos para conocer a Dios, ni traer razones de amor para amarle. Quisiera alzarme de un vuelo a la contemplación esencial e íntima. ¿Quién me diese alas, como de paloma, para volar al seno del que ama mi alma?

El conde se puso repentinamente serio, llevose la mano a la frente y replicó al cabo de unos momentos con acento sombrío y como si se hablase a mismo: Fatigado, ; ésa es la verdadera palabra... ¡Muy fatigado!... La fatiga me sale por los poros. Guardaron ambos silencio. El conde quedó entregado a una intensa meditación que trazó en su frente arruga profunda.