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¡Ah! dije aparentando interés. Simona de Erinois dijo el otro día una frase que no tiene precio. Figúrate que se atrevió a decir a la de Brenay: «Eres amable porque quieres a papá...» Imagínate el cuadro... ¡Ah!... Lo que me parece que va bien es el matrimonio de Paulina. Según lo que cuenta la de Aimont, el joven que tiene tan bonita fortuna en Martimprey exige 20.000 pesos de dote.

Al matrimonio dio en llamársele «el aumento del contingente,» y algunos llevaron su procacidad hasta darle tal nombre delante de su futuro yerno. Fácil es de concebir cuánta saliva habría tenido que tragar antes de perder, como lo hizo, una molesta y mal entendida vergüenza.

El Rey y la Reina yacen de rodillas á pocos pasos uno de otra, sin conocerse, puesto que sólo alumbra al templo la escasa luz de algunas lámparas; sus oraciones, sin embargo, expresan análogos sentimientos. Al fin se reconocen; el Rey confiesa su extravío, pide perdón á su esposa, y toda la corte celebra con suntuosas fiestas la reconciliación del regio matrimonio.

Iba, venía, rogaba a la diosa favorable al matrimonio, suplicaba a su padre o a su tutor que la encontrasen un marido, los llevaba en caso de necesidad a los tribunales, y no por eso encontraba lo que era el objeto de sus sueños. Agriábase entonces su carácter, su humor se ponía triste y acerbo su pensamiento.

Recordole en consecuencia, que su misión era casarle, que eso para ella era una cuestión de honor. Por otra parte añadió , cierta tarde me habéis expuesto unas teorías sobre el matrimonio, que me parecen muy edificantes; sería lástima que tan bello programa no se convirtiese en realidad, alguna vez siquiera en la vida. ¿Pero no veis que trato de realizarlo con vos?

El hecho es que, habiéndose resuelto desde que estuve en la Granja todas las dificultades que se oponían a nuestro matrimonio, haya aplazado yo varias veces desde aquella época un suceso tan lisonjero para .

Al matrimonio se debe llegar con el sujeto ya bien conocido; no con una máscara. Asimismo, nunca es completo este conocimiento, ya que el matrimonio no es, en el fondo, sino un lento y contínuo desenmascaramiento que sólo se hace total con el último abrazo en la hora de la muerte. Conviene también llegar al matrimonio con una ligera fatiga del mundo y de sus pompas y vanidades.

Estas son intimidades del matrimonio: al médico no se debe recurrir sino en el último apuro.... debieras saber, debieras afanarte por averiguar lo que me conviene; aunque no fuera por cariño, por pudor, por vergüenza; y si no tienes vergüenza, por remordimientos, por.... Ya se ha indicado que la facundia de Emma, llegados estos momentos, no tenía límites.

Y aquellos hombres, que en presencia de sus esposas tenían buen cuidado de callarse cuando éstas hablaban con indignación de la extranjera, admirábanla con el fervor instintivo que inspira la belleza y envidiaban a su diputado. Las viejas hortelanas envolvían a los dos en una mirada cariñosa. «Formaban buena pareja; ¡qué matrimonio tan guapo podrían hacer

Ahora bien: como ustedes saben, señores, yo soy un buen muchacho; esa es mi profesión... Encontré, pues, un medio de anular cuanto antes mi matrimonio frustrado.