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Buscaba la gloria siguiendo el camino de sus aficiones, y por esto se había dedicado á cazador, persiguiendo y matando animales peligrosos en todas las latitudes del planeta. La señorita Craven recibía con frecuencia periódicos deportivos con el retrato de James carabina en mano, vestido de viajero ártico ó cubierto con un gran fieltro de cazador del centro de África.

I si la fortuna mira con agradable i risueño semblante á los enemigos i nos arrebata los laureles de la victoria, morirémos matando. Vosotros sois los descendientes de aquellos godos terror de Roma: vosotros sois los descendientes de aquellos godos espanto i admiracion del orbe: vosotros en fin sois la flor i la gloria de España.

Deja en paz al pobre Nacional. Más le valdría banderillear mejor. A ti lo que debe interesarte es seguir matando toros como el mismísimo Dios... ¡Buena tardecita se prepara! Me han dicho que el ganado...

Una inmensa multitud circula por allí, sea matando el tiempo, sea buscando los negocios ó algo que si es negocio no está esento de ser pecaminoso. Las Francesas pululan, ligeras y provocadoras, arrastrando las anchas colas de sus trajes, y distinguiéndose perfectamente de las Catalanas y Españolas.

Se ha declamado mucho contra el positivismo de las ciudades, plaga que entre las galas y el esplendor de la cultura, corroe los cimientos morales de la sociedad; pero hay una plaga más terrible, y es el positivismo de las aldeas, que petrifica millones de seres, matando en ellos toda ambición noble y encerrándoles en el círculo de una existencia mecánica, brutal y tenebrosa.

Luchando entonces el infeliz Marcilla entre el pundonor de caballero, la delicadeza de cortesano, y el fuego devorador de su pasión y de los celos, reconvino por última vez a Isabel diciéndola: «¿No consideras que sino fuera yo tan cortesano, tomara lo que te pido a la fuerza, matando a tu esposo y mi enemigo?

Que esa... cavilación, si lo prefiere así, era la que le estaba matando; que a usted no le espantaba la muerte, sino el morirse, el cesar de vivir, el irse del mundo para siempre, porque hace mucha falta en él y no deja quien le reemplace en su labor de toda la vida. ¿No es ésta, tío, la sustancia de lo que usted me declaró? Justa y cabal, Marcelo; justa y cabal...

Desde entonces, nadie como vos se halla tan cerca de él: seguís cada uno de sus pasos; estáis á su lado, despierto ó dormido; escudriñáis sus pensamientos; mináis y ulceráis su corazón; su vida está en vuestras garras; le estáis matando con una muerte lenta, y todavía no os conoce, no sabe quién sois.

Yo me levanté de la silla para hablar con ella de pie y que la visita fuera corta. En tan corta visita, me ha dicho mil locuras que me afligen profundamente. Por último, ha exclamado, al despedirse, en su jerga medio gitana: ¡Anda, fullero de amor, indinote; maldecido seas; malos chuqueles te tagelen el drupro, que has puesto enferma a la niña, y con tus retrecherías la estás matando!

Tienen una habilidad especial para arrojar las flechas y la lanza desde la altura de sus parapetos, atravesando distancias grandes con certera puntería. Los llamados Juramentados son entre ellos los más temibles; estos fanáticos hacen voto de morir matando, creyendo así conseguir irremisiblemente el Paraíso.