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En Francia las vieiras bretonas, las vieiras armoricanas, gozan de gran reputación y son consideradas un bocado exquisito. ¿Y saben ustedes cómo las llaman los franceses a las vieiras? Las llaman coquilles Saint-Jacques, o conchas de Santiago. Porque la vieira es el marisco del Apóstol. Es un marisco casi sagrado, así como otros mariscos son literarios, y otros, políticos.

Y Tòni contraía el peludo rostro con sonrisa de gula viendo por anticipado el restorán famoso del puerto, sus salones crepusculares oliendo á marisco y á salsas picantes, y sobre la mesa el hondo plato de pescado con un caldo suculento teñido de azafrán. Pero ahora Ulises había perdido su vigorosa alegría de vivir. Contemplaba la ciudad con ojos amorosos pero tristes.

Por cuyas razones contempla, y con bastante fundamento, que la poblacion se haga y verifique en la costa, en que ademas sus vecinos podrán disfrutar del beneficio del pege y marisco.

En carro de cristal venia sentado, La barba luenga y llena de marisco, Con dos gruesas lampreas coronado. Hacian de sus barbas firme aprisco La Almeja, el Morsillon, Pulpo y Cangrejo, Qual le suelen hacer en peña ó risco. Era de aspecto venerable y viejo, De verde, azul y plata era el vestido, Robusto al parecer y de buen rejo.

La vieira es el pecten Veneris de los antiguos, y el Arte ha buscado mil veces inspiración en sus curvas sencillas y maravillosas. De paso en Galicia, tierra de vieiras, yo me considero obligado a hacer la apología de este marisco. Creo que Madrid no debe ignorarlo, y que mantenerlo más tiempo en el olvido sería una política funesta.

A distancia como de dos millas dieron con un manantial de agua potable, aunque algo salobre: por donde corria, habia algo de heno verde, y no lejos de allí vieron once guanacos. Tambien recogieron á bordo del navio el perro que se vió en la playa, lleno de heridas, y los dientes gastados de comer marisco.

También se le ocurrió, como hijo que era de matriculado y marisco por los cuatro vientos, solicitar, á ejemplo de muchos de sus compañeros, un puesto y quiñón correspondiente en una lancha pescadora; pero esto le ocuparía demasiado. Tendría que esperarla todas las noches, limpiarla y vigilarla todo el año y desenmallar sardina en el verano.

Carecen de vino y aceite, porque no han tenido plantas para viñas y olivares. A la parte de sur, como á dos leguas está la mar, que los provéen de pescado y marisco. El temperamento es el mejor de todas las Indias; tan sano y fresco, que la gente muere de pura vejez.

La tierra es árida, y falta de agua dulce. En la punta occidental de dicha isla hay mucho marisco: y los marineros hallaron en algunas conchas tal cual perla pequeña y basta. Domingo 9, volvió el capitan Olivares, el padre Quiroga y los demas, á registrar la costa del sur, navegando al oeste sud-oeste, y tambien la del norte, para ver si podian hallar agua.

Adivinábase la presencia, más allá de los tragaluces de los camarotes, de algo extraordinario. El aire era menos puro, sin emanaciones salinas, con bocanadas de agua en reposo que olían a marisco en descomposición, y junto con esto un lejano perfume de selva brava.