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Mas adelante, y pasados bastantes años de ser evacuadas las Américas, y cerrado por consiguiente el paso de las naves por Marianas, se redujeron en las cláusulas de un reglamento los gastos de las islas, quedando estos en la suma de unos doce mil pesos.

En el año 1701 no había habitadas en todo el Archipiélago de Marianas más que las islas de Guajan, Rota y Saipan, y estas últimas, era tan poca su importancia y tanta su miseria, que al despoblar los españoles años después la isla de Rota, dice una crónica de aquel tiempo, literalmente lo que sigue: «La tierra es estéril, el cielo melancólico, el viento y el mar á temporadas furioso, horrible y formidable.

Cerremos el libro de Los viajes por su página de Marianas, y si no hemos llegado á convencer de que en Guajan, hay siempre un consuelo y un remedio á toda necesidad, pregunten á los que allí hayan sufrido y ellos contestarán. Confundamos las páginas del viajero de la Urania, con las de otros compatriotas suyos, y continuemos en la descripción de la isla de Guajan. La plaza de Agaña. La iglesia.

Las islas Marianas han sido muy poco visitadas; tanto es así, que un individuo de los más conocedores del Archipiélago, no ha mucho nos aseguraba con gran formalidad, que las formaban tres pequeños islotes.

Pues ademas de los muchos que tiene pagados para esto en Filipinas, Marianas y Mégico, en solo la provincia del Nuevo Reino, que comprende solamente desde Panamá hasta el reino de Quito, tiene pagados exclusivamente para este intento cuatrocientos soldados, con sus cabos respectivos, y con sueldo mayor que el de Buenos Aires: y en Buenos Aires tiene pagados para lo mismo cincuenta con su capitan; especificando que hayan de ser para escolta de los Padres Jesuitas de la mision de Magallanes y Patagones, que es de aquí al Estrecho.

Pocas existencias humanas habrán recorrido su peregrinación sobre la tierra con más fe, con más abnegación, y con más valor que la que alentaba Diego Luís de San Vítores. Cuatro años permaneció en las islas Marianas, cuya reducción casi puede asegurarse se le debe á él, y en ese tiempo predicando la caridad y la virtud fué consuelo de propios y extraños.

Al llegar á Marianas en el año 1678 D. Juan Antonio de Salas, su segundo Gobernador, se hicieron exploraciones en el puerto, se situaron lugares seguros de anclaje, y se desembarcaron refuerzos; con estos y con la inteligencia, tanto de Salas como de su sucesor D. José Quiroga, se logró reducir, no solo la isla de Guajan, sino las que aún quedaban revueltas al Norte.

Treinta y cinco días nos había costado llegar. Ya estábamos en Marianas. ¡El puerto todo lo borra! Historia de las Marianas. La tradición. Los chamorris. Intolerancias. El Pico de los amantes. División de razas. Tinian. Sarcófagos antiguos. La casa de Taga. Leyendas y supersticiones. Cultos y creencias. Los macambas. El zazarraguan y el caifi. Los anitis. La peña de Fuuña.

Los pocos narradores de aquellas islas habrán podido equivocarse, es más, de hecho se han equivocado en algunas cosas; en cambio M. Arago, escritor á quien aludimos, es muy posible no haya dicho una sola verdad en las páginas que consagra á las Marianas. Mas continuemos su historia.

Volvamos á las Marianas. El suelo de Guajan en relación con el mundo animal, tiene una verdadera especialidad digna de llamar la atención, cual es no ser conocida ninguna clase de culebras; esto da al natural una gran seguridad en la vida de campo, como asimismo hace innecesarias en los que recorren las islas ciertas precauciones propias de los países en que se crían aquellos reptiles.