United States or Kenya ? Vote for the TOP Country of the Week !


El domingo siguiente, por la mañana, marchaba yo a casa de doña Hortensia, por las calles de Cádiz. Iba con el corazón en un puño. Temía que me recibieran mal o fríamente; pero no: mi paisana y su hija Dolorcitas me acogieron con grandes extremos de amistad. Estaban preparándose para ir a misa, y yo las acompañé hasta una iglesia próxima.

Desde allí pudo observar la escena que tenía lugar en el camino: el tigre marchaba a paso precipitado, oliendo el suelo y bramando con más frecuencia a medida que sentía la proximidad de su presa.

Sólo habían transcurrido unos minutos, y se preguntaba con extrañeza si era él mismo el que danzaba abajo, enloquecido por el perfume de una señora a la que sólo conocía desde unas horas antes, balbuceando como un mozuelo atrevidas proposiciones. ¡Ah, miserable sin voluntad!... Abandonaba con rudo tirón su vida anterior, marchaba aventuradamente al otro hemisferio, todo por una mujer, y a las primeras jornadas, cuando aún brillaban sobre sus cabezas las mismas estrellas, arrastrábase con súplicas viles ante una desconocida a impulsos de un deseo fulminante que hacía reír.

Dejaron la calle de Atocha y se internaron por una de sus travesías laterales. Tristán marchaba delante con Escudero, detrás Barragán con Reynoso. Este no había despegado los labios, pero pocos momentos después de caminar los acercó al oído del paisano. ¿Quién es? Núñez murmuró Barragán apretando al mismo tiempo con afectuosa ternura la mano de su amigo.

Y cuando por las carreteras tropezaban con alguna vacada, mientras su madre y su tía corrían asustadas á refugiarse detrás de cualquier seto, ella marchaba resueltamente hacia aquellos animales, los tomaba por los cuernos, les acariciaba la cabeza y hasta ¡oh colmo de indecencia! llegaba, á palparles la ubre. Más aún.

Mañana me iré repitió Julio, ensombrecido por este recuerdo. Pero se marchaba hacia el Sur, como todos los que huían de la guerra. En la mañana siguiente, Argensola se encargó de conseguir un billete de ferrocarril para Burdeos. El valor del dinero había aumentado considerablemente.

A su lado marchaba la compañera, afable y sumisa, lo mismo que en las primeras semanas de relaciones, sintiendo en su alma simple un reflorecimiento de amor, una primavera extemporánea, nacida al contacto del peligro.

Un hombre como aquel, adversario de todo lo existente y que no tenía nada material que defender, marchaba á la guerra, á la muerte, por un ideal generoso y lejano, por evitar que la humanidad del porvenir conociese los horrores actuales.

Las dos reinas hermanas marchaban una jornada detrás por falta de medios de transporte, que esto le sucedía en su antiguo reino de Castilla al mismo que tantas veces y con tanta rapidez y tanto aparato había cruzado y atravesado la Europa. Marchaba tan lentamente, que empleó cerca de seis días desde Burgos á Valladolid.

En el estilo epistolar de San Pablo queda la huella de aquel momento en que la caridad se heleniza. Este dulce consorcio duró poco. La armonía y la serenidad de la concepción pagana de la vida se apartaron cada vez más de la nueva idea que marchaba entonces a la conquista del mundo.