United States or Tonga ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y adelantándose con los brazos abiertos fue para abrazarla; pero ella, hurtando el cuerpo, le tendió una manecita fresca, recién lavada con agua y colonia. En seguida se entró por la casa gritando: ¡Papá!, ¡papá! ¡Está aquí el primo Perucho!

Obedeció, sin embargo, con esa especie de impasibilidad automática, propia de los criados de grandes casas, y cuando el excelentísimo ministro de la Gobernación, don Juan Antonio Martínez, buey Apis, por otro nombre, entró en el boudoir, ardía ya en la chimenea un alegre fuego, y a su lado le esperaba Currita, tendida en una chaise longue, envuelta en una bata de raso, perfectamente enguatada, y arropados los pies con un plaid escocés finísimo: descansaba su cabeza en una gran almohada con lazos color de rosa, y tendiéndole al verle entrar su franca manecita, dijo con la débil voz de un enfermo desahuciado: ¡Adiós, Martínez!... Sólo a usted hubiera yo recibido hoy.

Alzó la manecita sin hablar y apuntó a una casucha que se alzaba no muy lejos sobre la misma carretera. Llévame, anda. Y le cogió de la mano dirigiéndose hacia ella. Era de ver el encogimiento singular y la expresión de dolor y angustia con que el chiquillo caminaba, lo mismo que si le fuesen a ahorcar. La hermana no hacía alto en ello.

En los asientos del centro, entre varias fiambreras, cajas y piezas de una pequeña tienda de campaña desarmada, iban Kate, la doncella inglesa de la condesa de Albornoz; Fritz, su lacayo prusiano, y Tom Sickles, su famoso cochero, que sin perder su flema inglesa miraba de cuando en cuando con inquietud las evoluciones no del todo diestras que imprimía al fogoso tiro la débil manecita de su ilustre dueña.

Y saltaron á su memoria de improviso los instantes felices de aquellos amores serenos y límpidos como los pensamientos de la infancia, desde aquella tarde en que su manecita blanca le arrojó una rosa de Alejandría, estando en el jardín, hasta la noche reciente en que aquella misma mano le dió un pellizco, mientras su dueño le decía al oído: «¿Qué tienes?

El viejo roncaba echado en su silla, con las piernas extendidas, la cabeza hacia atrás y el sombrero calado hasta las cejas. A su lado, sobre una estrecha cama de madera, yacía Juanito envuelto estrechamente como una momia en la manta, que le tapaba todo, excepto una parte de la frente y una manecita cárdena y estirada que pugnaba inútilmente por entrar.

Luego indicó con sus ojos a la inglesa, que permanecía tiesa y grave durante esta ceremonia, sin la cual ninguna joven bien nacida puede cruzar su palabra con un hombre: «Miss Gordon, doctora de la Universidad de MelbourneLa miss alargó su manecita enguantada de blanco y sacudió con una rudeza gimnástica la diestra de Febrer. Sólo entonces se decidió a hablar.

Me retiré, pues, y en el corredor, una puerta se entreabrió para dejarme ver el lindo rostro de Presentación y una blanca manecita que me saludaba. Poco después entraba en casa de doña Flora. Después de enterar a la condesa del resultado de mi visita, dije a Inés: Asunción vendrá aquí. Ahora salía con D. Paco. Un momento después, Asunción entró y las dos amigas se abrazaban llorando.

Así quise realizarlo, y desde luego me fui pegadito a los edificios, observando cómo rápidamente el cielo se despejaba y la lluvia se enrarecía. Todavía continuaba mucha gente en los portales. Al llegar al del ministerio de Hacienda, un brazo de mujer se interpuso en mi camino, y una manecita blanca y hermosa trató de averiguar si aún llovía.

El pobre chico, aburrío, sentó plaza... Y le está muy bien el uniforme, no crea uté, con su chaquetilla azul y su sable arrastrando... Vamos, eso prueba que si quisiera otra vez volver sumiso a sus pies... Matildita frunció la frente con severidad, y con su manecita hizo un ademán dignísimo. El patio de las de Anguita. ¿Qué se le ofrecía a usted, caballero?