United States or Mozambique ? Vote for the TOP Country of the Week !


Tres colchas para los niños pobres. Una blanca, y otra celeste, y otra rosada. ¡Pero quiero tejerlas pronto yo sola, solita!... Después, mamá, ¡escucha bien, mamá!... Después Dios me curará y podré correr como los demás chicos... ¡Mándame comprar ya lo que necesito, mamita querida!

Algunos sonidos articulados empezaron á percibirse confusamente en aquel torrente de sollozos. Teno miedo, mamá... teno miedo. La condesa llevó una copa de vino á los labios y dejó caer algunas gotas sobre la ropa. Sin echarlo de ver, siguió tragando pedazos de pan, abriendo y cerrando los ojos al mismo tiempo con nerviosa rapidez. ¡Ay, mamita, por Dios! ¡Teno miedo... teno miedo!...

Luego, la esposa de Gallardo se revolvía furiosa contra el público en sus cartas. Una muchedumbre de ingratos, que ya no se acordaban de lo que el torero había hecho en otras ocasiones, cuando se sentía más fuerte. Gentes de mala alma, que deseaban para su diversión verle muerto, como si ella no existiese, como si no tuviera madre. «Juan, la mamita y yo te lo pedimos.

Uno que era casi un niño se atrevió a mirar por encima de la borda, apreciando con ojos de espanto la distancia enorme que se extendía entre el buque y la costa. ¡Yo no quiero!... ¡No quiero morir!... ¡Yo quiero ir a Buenos Aires! ¡Madre!... ¡Mamita!... Y se echó al suelo gimiendo, agitando las piernas para repeler a los que se acercasen.

¿Y la mamita? ¿La señora Angustias? Tan famosa, grasias. Está en La Rinconá. ¿Y tu hermana y los sobrinillos? Sin noveá, grasias. ¿Y el mamarracho de tu cuñado? Güeno también. Tan hablador como siempre. ¿Y de familia nueva? ¿No hay esperanza? Na... Ni esto.

Sobre too, ni una palabra a don José: me estorbaría el viaje... Esto no lo sabe mas que la mamita. El talabartero aceptó. ¡Un viaje gratuito a Madrid, aunque fuese en triste compañía!... Durante el camino, Carmen daba forma a sus anhelos.

Los sobrinillos venían a él intimidados por los adornos brillantes de su vestidura, tocándolos con admiración, sin atreverse a hablar; la bigotuda de su hermana le daba un beso con gesto de terror, como si fuese a morir; la mamita se ocultaba en los cuartos más obscuros. No; no quería verle, sentíase enferma.

Al levantarse, anduvo el espada por la casa con un cigarrillo en la boca, desperezándose para probar si sus membrudos brazos conservaban su agilidad. Tomó en la cocina una copa de Cazalla, y vio a la mamita, siempre diligente a pesar de sus años y sus carnes, moviéndose cerca de los fogones, tratando con maternal vigilancia a las criadas, disponiéndolo todo para el buen gobierno de la casa.

Su posición social no se había consolidado. Lo que él poseía era obra de los primeros años de matrimonio, cuando una de sus mayores alegrías consistía en ahorrar y sorprender a Carmen y la mamita con la noticia de nuevas adquisiciones. Luego había seguido ganando dinero, tal vez en mayor cantidad, pero se desparramaba y desaparecía por infinitos agujeros abiertos en su nueva existencia.

¿Por qué? ¿Yo no he sido joven también y no he tenido novios? ¡Pobresita! añadió, acariciando la cabeza de su hija . ¿Tenías miedo de verdá a tu mamita?... No, hija, no; siendo el novio una persona regular..., y el señor lo es..., no hallo motivo... No por qué este señor ha dejado de venir a casa... Lo he sentido mucho... Pero, en fin, cuando él lo ha hecho, sus rasones tendrá.