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No es muy correcto que una señora venga á visitar á un hombre tan malfamado como ; pero ¡habrán venido tantas aquí antes que yo! Y estas palabras fueron acompañadas de una risa maliciosa. A continuación se puso seria, y dijo con timidez: Vengo por negocios... por un asunto de dinero.

¡Pero qué cosas tan horribles tienes, Paz! siguió aturdida y confusa . No vuelvas a hablar así porque me marcho de tu lado. Perdona, hija dijo la maliciosa niña, que se gozaba en el aturdimiento de su amiga y del concejal . Yo creía.... Hay muchos que lo dicen.... Entonces, si no es Ramón será Federico.... Maldonado frunció el entrecejo.

Liette aprobaba sin desfallecer el casamiento de Raúl y se hubiera avergonzado de una traición. Ciertas palabras indiscretas del señor Hardoin le habían confirmado la situación de Blanca y los proyectos arraigados desde hacía mucho tiempo en la mente calculadora de la condesa. No hay gran señora para su notario decía Hardoin con su maliciosa bondad.

Su prima quedó en pie, con el pecho agitado, el cabello en desorden, sonriendo siempre con la misma gracia maliciosa. El malagueño, en un arrebato de entusiasmo, puso la guitarra a sus pies, exclamando: ¡Si eztá podría ezta niña! Todos rieron menos yo.

Tenía las mejillas encendidas y los ojos asustados. Procuraba evitar el encuentro con los de su penitenta, que sentía posados constantemente sobre él. Por atracción irresistible o por casualidad llegó un momento en que se cruzaron sus miradas. La joven dejó escapar una risita maliciosa. El sacerdote apartó prontamente la vista y permaneció grave, como si no la hubiera advertido.

Así pasaron al comedor llevando á Flora en el medio. Una vez allí, se dibujó en los labios del ama de gobierno una sonrisa maliciosa y profirió dirigiéndose á Flora: Siéntese, señorita; siéntese frente á su padre. Flora se dejó caer en sus brazos ruborizada. ¡Oh, por Dios, no me hable usted así! Señorita y aldeana. Nolo había tenido tiempo á meditar su resolución.

Durante la merienda y en ocasión en que el pintor estaba sentado a sus pies sirviéndole con rendido alarde había sorprendido entre las dos niñas del Real-Saludo una mirada muy maliciosa seguida de una risa más maliciosa aún. Quedose seria y mal impresionada y levantándose bruscamente se reunió a otras personas.

De aquí que Nuño desechase siempre como suposición maliciosa la idea que a veces se le presentaba de que doña Mencía tuviese amores. Lo que tenía era afecto casi maternal, y algo de satisfacción de amor propio y mucho de gratitud al considerarse querida. De esto que no dudaba Nuño.

Pero estaba en el Hotel de París; no disponía de una «villa» entera, como Alicia. Y ésta, aunque tentada por las insinuaciones de su amiga, no se atrevió á instalar al convaleciente en su domicilio. La gente era maliciosa, y ella, sin decir el por qué, temía ahora mucho sus comentarios.

Se despedían las damas con una sospecha maliciosa. ¿Qué hacía allí esperando? ¿Alguna nueva aventura que le deparaba su buena suerte?... Y la sonrisa de todas ellas tenía algo de grave: una sonrisa de personas mayores que conocen el verdadero significado de la vida y sienten conmiseración ante los ilusos que aún se entretienen con frivolidades.