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Y luego venían los planetas, gente simpática y buena, pero sin seriedad ni sentido práctico; los calaveras; los que tienen talento, pero maldito en lo que lo emplean; los artistas que hacen cosas muy bonitas que no sirven para nada; los que desprecian el dinero llegando á la vejez sin salir de pobres. ¿Y qué mayor planeta que aquel médico que, pudiendo hacerse de oro en Bilbao, prefería vivir entre los brutos de las minas?

Por lo menos, tenía el buen gusto de reírse de todos ellos sin hacer maldito el caso de ninguno. Sospecho que puedes certificar, por la parte que te alcanzó... Certificó. Hasta que dio con un mozo que le pareció muy otra cosa que todos los demás, y se rompió el hielo. El mozo era Pepe Guzmán. Otra prueba de su buen gusto.

Federico sintió a la yegua temblar debajo de y como si fuese a caer desplomada. Sabía lo que esto significaba, y se preparó. Apártate, Simón, te conozco, maldito bandido; déjame pasar o verás... Dejó la frase sin terminar.

¡Ah, maldito borracho! ¿Pues no le había de conocer?... Era Coleta, que divertía al barrio con sus extravagancias de beodo. Isidro siguió adelante, y al llegar a la casa del Mosco llamó en vano repetidas veces a la cerrada puerta. Una mujer acudió con las manos cruzadas sobre el vientre.

Bonito es el retrato dijo D. Diego, con un desenfado impropio de la situación ; pero usted, Inés, lo es más todavía. ¿Y por qué no quería usted salir del maldito convento? Sin duda las pícaras monjas la retenían a usted por fuerza, esperando que al profesar les llevara un buen dote.

19 Maldito serás en tu entrar, y maldito en tu salir. 20 El SE

24 Pero los varones de Israel fueron puestos en apuro aquel día; porque Saúl había conjurado al pueblo, diciendo: Cualquiera que comiere pan hasta la tarde, hasta que haya tomado venganza de mis enemigos, sea maldito. Y todo el pueblo no había gustado pan. 29 Y respondió Jonatán: Mi padre ha turbado la tierra. Ved ahora cómo han sido aclarados mis ojos, por haber gustado un poco de esta miel.

La buena de mi tía Pepa le relegó al cuarto del baño. ¡Allí está bien! decía, cuando le hacíamos notar la profanación. ¡Allí, allí está bien! ¡A ese maldito viejo debemos todas nuestras desgracias! A eso de las diez comenzaron a llegar los clientes.

A diéronme la vida unas mujercillas hilanderas de algodón, que hacían bonetes y vivían par de nosotros, con las cuales yo tuve vecindad y conocimiento; que de la laceria que les traían, me daban alguna cosilla, con la cual muy pasado me pasaba. Y no tenía tanta lástima de , como del lastimado de mi amo, que en ocho días maldito el bocado que comió.

¡Maldito sol! Era el pillo mayor de la creación.