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Misterio es éste incomprensible para , pero ese poder extraordinario había hecho ya la admiración de todos allá en Bretaña, mucho antes de que yo viese por primera vez á mi Leonor en Dinán. Lo que puedo aseguraros es que ese dón suyo procede del cielo y no del espíritu del mal, que es lo que constituye la diferencia entre la magia blanca y la magia negra.

Los escritores de comedias, que, después de la muerte de Cañizares y de Zamora, rivalizaron entre por congraciarse las simpatías del pueblo, corrompieron más y más el teatro, inundándolo de insensatas historias de prodigios y de obras disparatadas de magia.

Walther El pastor cuenta que hay una magia en esos árboles, y que, cuando un hombre los ha maltratado, su mano sale de la fosa después de su muerte. Tell Hay una magia en esos árboles, es cierto. ¿Ves allá, a lo lejos, esas altas montañas cuya punta blanca se levanta hasta el cielo? Walther Son los nevados que durante la noche resuenan como el trueno y de donde caen las avalanchas.

En ella vive la raza, y su lírica figura a las hadas rememora, cuando en la noche serena aparecen con sus clámides rutilantes de hermosura bajo los besos de amor y paz de la luna llena. En la magia de su rostro que es poético y sencillo se conserva la dulzura de la Virgen de Murillo, una bruma de delirio y una sensación de seda.

Jamás Elisa había previsto, ni en sus sueños más negros y desesperados, que un hombre se había de resistir a sus atractivos poderosos y a la magia de sus coqueteos; que este hombre la había de enamorar cuando era ella la que solía enamorar a todos los hombres, y que al fin la había de impulsar hasta el punto de tomar la iniciativa y de mendigar su mano, y de recibir de él una repulsa insolente y desapiadada.

Todo lo que la voz humana puede remedar lo remedan aquellas 8,000 gargantas de plomo, animadas por el alma misteriosa de la armonía y el soplo del aire espiritualizado por la magia del artista.

Aún me queda una duda. ¿No pudiera ser la mujer en general, y no yo singular y exclusivamente, quien ha despertado esa idea? No, Pepita; la magia, el hechizo de una mujer, bella de alma y de gentil presencia, habían, antes de ver a Vd., penetrado en mi fantasía.

Yo no soy, ni merezco ser, un santo; pero ¿por qué no he de ser un sabio, un conocedor de aquella magia, que sin ofender al cielo, sin buscar el auxilio de genios o de ángeles réprobos y valiéndose sólo de medios naturales, acierta a producir prodigios pasmosos? En esta ciencia te iniciaré yo, porque te creo capaz de estudiarla y de alcanzarla.

Entonces su padre, que había salido pocos momentos antes, volvió a entrar por una puerta situada a nuestra espalda y repitió por tercera vez: » Continúa, continúa. ¡Bravo, hija mía! ¿Pues no decías esta mañana que estabas tan extenuada y tan débil?... »Y el pobre padre, lleno de mortal angustia, reía y temblaba a la vez. » Parece cosa de magia, papá contestó Magdalena.

Dos ó tres individuos decían que el físico, durante su cautiverio entre los indios, había aumentado sus conocimientos médicos tomando parte en los encantamientos ó ceremonias mágicas de los sacerdotes salvajes; quienes, como se sabía de fijo, eran hechiceros poderosos que á veces realizaban curas casi milagrosas merced á su pericia en la Magia Negra.