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Dios sabe, no obstante, que no es que le falte la facultad de aficionarse a la gente. En otra época, Magdalena no me habría hablado, ciertamente, de su hermana en semejantes términos.

El edificio que contemplo sucedió á una iglesia, edificada el siglo XV por Cárlos VIII, en la cual este príncipe estableció la cofradía de la Magdalena, de donde trae orígen el nombre actual de ese monumento.

Cuando Magdalena levantó los ojos que tenía bajos mirando el juego y me vio sentado al otro lado de la mesa, precisamente en frente de ella, dijo con cierto aire de sorpresa: «¿Y bien...?» Pero nuestras miradas se encontraron y algo extraordinario debió advertir en la mía que la turbó levemente y le impidió terminar la frase.

El primero se compone de Trinidad, de Loreto, de San-Xavier, de San-Ignacio, de San-Pedro, de Exaltacion, de Santa-Ana y de Reyes. El segundo encierra las misiones de San-Ramon, de San-Joaquin, de Magdalena, de Concepcion y del Cármen. Partido del Mamoré y Pampas. La mision de Trinidad, una de las mas antiguas de la provincia, fué fundada por los Jesuitas en 1687.

Hay así muchos accidentes que se presume que son involuntarios; ¡quién sabe si la dicha no depende en gran parte de la voluntad de ser dichoso!... Dios la oiga, mi querida Magdalena dije, usando una expresión que no había vuelto a emplear hacía ya tres años. Pronunciando estas últimas palabras me levanté embargado de un enternecimiento que no era dueño de ocultar.

Juan Sánchez, maestro mayor de las obras de Sevilla, que dírigia las de nuestras famosas Casas Capitulares, vecino en la Magdalena, vendió á Alonso Martín tratante en esclavos una esclava morisca herrada en la cara con vnos letreros en que dizen «Juan Sánchez, cantero24 Noviembre de 1555 .

No si expresarme, Magdalena; hacia tu padre siento a un tiempo gratitud, respeto y cariño acendrado; pero has de convenir conmigo en que un compañero de viaje, debe inspirar otro sentimiento que el de la veneración. No hay cosa más incómoda en semejantes circunstancias que las reverencias del respeto.

Francisca... dije, imitando a la señora de Dumais. No me pongas nerviosa, Magdalena... Y después, ¿conoces algo más inepto que los prejuicios de sociedad?

Este teatro no está á la altura de las Tullerías y del Louvre, del Panteon, de la Magdalena, de Nuestra Señora de Paris, del Luxemburgo, del Cuerpo Legislativo, del Senado, del Arco de la Estrella, de la Bolsa, de las Casas Consistoriales ó del Palacio de la Industria. No temo decirlo.

Señora Braun, hágame el favor de traerme al jardín el ramo que verá usted en un jarro del Japón sobre una mesita del cuarto de Magdalena, porque hay que hacerlo enteramente igual a ése.