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Un jesuita amenazó con horribles fusilamientos, más tarde realizados; hubo cabecilla que, habiendo licenciado en Pascuas de Navidad sus tropas, las congregó a toda prisa; se armó el Maestrazgo; creció el peligro en Cataluña y llegaron las boinas blancas hasta más acá del Ebro.

Hubo momentos en que pensó abandonar el jardín, marchando al Maestrazgo o a las provincias del Norte en busca de los leales que defendían los derechos de Carlos V y la vuelta a los antiguos tiempos.

Para hablar contra el tigre del Maestrazgo, poner a don Luis Fernández de Córdova por cima de Zumalacárregui y por las nubes a Espartero, se le animaban los ojos, su lengua cobraba fuerza, sus palabras color, y hacía prodigios con la memoria.

La Gaceta no dice nada, al menos La Correspondencia no lo copia. Pero el Gobierno lo sabe, y en el Ministerio de la Guerra no se habla de otra cosa. El hermano de un cajista de casa está de escribiente en la Dirección de Infantería, y allí lo ha oído. Y por el Maestrazgo, ¿no hay nada? Todavía... Como no tengan mano de hierro, estamos perdidos.

De la Rioja para la Navarra, fueron dos mil i aun mas. De las Vizcayas para el puerto de Laredo, trescientas familias, las cuales se embarcaron para Ultramar. De las Andalucías i territorio del maestrazgo de Santiago por Cádiz, ocho mil i mas hebreos. I en fin, así de lo demás de España.

Nadie se entendía; al ejército se le conocía por la «tropa amadeísta»; la artillería presentaba dimisión en masa; el Maestrazgo ardía, Saballs llamaba «cabecilla» a Gaminde y Gaminde le devolvía el calificativo; los Hierros ordenaban a una compañía entera de ferro-carriles suspender la circulación de trenes; corría en Cataluña moneda con el busto de Carlos VII, y la reina de más tristes destinos, la mujer de Amadeo I, a la cual tirios y troyanos nombraban desdeñosamente «la Cisterna», daba al mundo con terror y lágrimas un mísero infante, y ningún obispo se prestaba a bautizar el vástago regio.

La guerra, extendiéndose y encarnizándose, obligaba al Gobierno a emplear recursos extraordinarios: a cada noticia del levantamiento de partidas o del engrosamiento de las que ya existían, era necesario enviar nuevos refuerzos a las Provincias Vascas, a Cataluña, a Navarra y al Maestrazgo.