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El galán fantasma. Judas Macabeo. El médico de su honra. La Virgen del Sagrario. El mayor monstruo del mundo . Hombre pobre todo es trazas. A secreto agravio secreta venganza. El astrólogo fingido, y Amor, honor y poder, se dieron primero á la estampa en el año 1637.

Infinitamente más inferior es Judas Macabeo , que, con arreglo á su plan primitivo, había de constar de dos partes, pero no se ha terminado más que la mitad. Así este drama, como los que le subsiguen inmediatamente, son, en nuestro juicio, composiciones dramáticas de las más inferiores de nuestro poeta.

Asi pereció cual otro Judas Macabeo este antiguo émulo de ambos poderes eclesiástico y real, espiando noblemente en la guerra contra los infieles los pasados estravios de su ambicion. En 20 de diciembre recibió el cabildo una carta firmada por los magníficos Sres.

Ambas demostraciones indicaban incredulidad del pronóstico y gratitud por el consuelo. Pronto, muy pronto, cuando llegue el momento de dirimir en los campos de batalla la cuestión entablada entre el Altísimo y los masones, podrá contar el Altísimo con su más valiente Macabeo.

La devoción de la Cruz. La puente de Mantible. Saber del mal y del bien. Lances de amor y fortuna. La dama duende. Peor está que estaba. El sitio de Bredá. El Príncipe constante. El mayor encanto, amor. Argenis y Poliarco. El galán fantasma. Judas Macabeo. El médico de su honra. La Virgen del Sagrario. El mayor monstruo del mundo. Hombre pobre todo es trazas. A secreto agravio, secreta venganza.

Tambien publicó en aquel tiempo Miguel Silveyra su poema El Macabeo; i aunque era hombre doctisimo, su obra por lo hinchado i babilónico del estilo es ininteligible i justamente despreciada.

Desde mediados del siglo XIV Josué, David, Judas Macabeo, Alejandro, Héctor, Julio César, el rey Artús, Carlomagno y Godofredo de Bullón fueron considerados en Francia como modelos de paladines, como verdaderas encarnaciones del valor. El documento más antiguo especialmente dedicado a los nueve parece ser una estampa, 1421 a 1430.

No así el cernícalo de su sobrino, dechado de barbarie y grosería, ni menos el espolique Macabeo, admirable personaje, uno de los mejor hechos del libro, dentro del cual tiene él una novela propia y especial suya. ¡Cuántas veces ha presentado el señor Pereda al tipo del campesino montañés, y, sin embargo, no se ha repetido nunca!

Y puesto ya a citar bellezas de pormenor, no olvidaré el paso de la hoz, donde el diálogo supera a la descripción, con ser la descripción tan buena; y los capítulos de presentación de los diversos personajes, especialmente aquel en que se describe la casa y modo de vivir de los Peñarrubias; el maquiavélico diálogo en que don Sotero va persuadiendo a su sobrino a que intente la deshonra de Águeda, y, finalmente, cuanto dice y hace Macabeo, a quien mi amigo Clarín ha llegado a comparar nada menos que con el Renzo manzoniano.

Y ahora, cuando la materia parecía agotada, nos regala a Macabeo, que vale él solo más que Carpio y Gorio y todos los anteriores juntos. Habla y discurre como ellos, tiene aire de familia, y, no obstante, es distinto. Facies non omnibus una, nec diversa tamen, qualem decet esse sororum.