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Esto era demasiado fuerte para poder resistirlo. Y la pobre mujer, toda susceptibilidad y orgullo, sintió que algo caliente se agolpaba a sus ojos, y hubo de hacer esfuerzos para no llorar. Su paso acelerado era una verdadera fuga. Huían del paseo, de aquel lujo que algunos días antes era su elemento y ahora les parecía un verdadero insulto.

En oposición á éstas hay otras comedias, cuya fábula nace de la vida íntima, y cuyos personajes son príncipes ó reyes, ostentando en su representación mayor lujo en los trajes, maquinaria y decoraciones, que se denominan comedias de teatro, de ruido ó de cuerpo.

No se dió razón de la razón de aquel lujo, aturdido por él. Dorotea, como mujer y como atavío, se le había subido á la cabeza; le había embriagado.

Ha habido hombres destinados a vivir en el refinamiento de los goces espirituales, en el cultivo de las artes, en el lujo y la elegancia, en los placeres que proporciona el comercio entre personas inteligentes y cultas, y otros hombres también dedicados a proporcionarles los medios necesarios para vivir de tal modo con un trabajo rudo y doloroso.

Los Febrer hacia dos siglos que, olvidados del mar donde no quedaba comercio y sólo hacían la guerra pobres patrones e hijos de pescadores , se habían dedicado a imponer su nombre con un lujo esplendoroso, arruinándose lentamente. El abuelo aún había alcanzado los tiempos de verdadero señorío, cuando ser butifarra era en Mallorca algo que colocaban las gentes entre Dios y los caballeros.

Parece imposible conseguirlo sin alas; el camino es malísimo, poco más o menos como el nuestro de Mendoza a Uspallata, en los Andes argentinos; pero, en cambio, el lujo salvaje de la vegetación reposa la vista, y los hilos de agua que descienden entre flores y follaje, alegran el paisaje.

Es casi seguro que mis lectores se cansarán de estos sermones indigestos; pero me atrevo á suplicarles indulgencia, en gracia al menos de la buena intencion con que lo hago. ¡Quién sabe si alguna mujer, al ver estas líneas, sale del abismo de la perdicion, del abismo del lujo, de la idolatría de los aderezos, de las joyas y de las galas! ¡Quién sabe si mis fervorosos consejos pueden hacer algun bien en el mundo!

Dame pruebas de ello. Escuche su merced. Me maniataron muy bien, y me llevaron por unos barrancos endemoniados hasta dar con una plazoleta donde acampaban los bandidos. Estaba yo haciendo estas reflexiones, cuando se me presentó un hombre vestido de macareno con mucho lujo, y dándome un golpecito en el hombro y sonriéndose con suma gracia, me dijo: Compadre, ¡yo soy Parrón!

Yo estoy solo. Te daré un cuarto, una cama, un plato y una cuchara. En mi casa no hay lujo, pero no falta nada de lo necesario». Después le hacía acerca de Isidora mil preguntas enojosas y prolijas, a las que Mariano no sabía qué contestar. Si su hermana vivía contenta, si se levantaba tarde o temprano, si le gustaba la fresa y el requesón, si iba al teatro.

Cuanto queda expuesto se me ha ocurrido recientemente con ocasión de haber oído el Fausto, de Göethe, casi de seguida, primero en dos óperas, ambas de muy hermosa música, y después en los dos magníficos dramas, representados ambos con aparato y lujo portentosos, en el teatro imperial y palatino de la gran ciudad de Viena.